Como si todo fuera muy bien

Nuestros compatriotas capitalinos suelen llamarnos tropicales a quienes habitamos en las tierras bajas y calientes del occidente del Ecuador. Yo que he vivido a lo largo de veinte años en las alturas, sé que las idiosincracias son distintas y creo que las comparto en un buen balance. Me gusta tomar las cosas con calma y pocas me alteran el ritmo pero, cuando considero que hay que acelerarlo, sé cual es el pedal que debo aplastar, el ícono a presionar, digitalizando la anterior metáfora.

Cuando ya superó su primer tercio el actual Gobierno, reconociendo todos sus méritos me parece obligatorio comenzar a destacar sus defectos, por acción o por omisión. Conviene empezar recordando que los gobiernos están integrados por seres humanos y por tanto son sujeto de las imperfecciones propias de la especie. Lo hago dado que entre esas imperfecciones la vanidad, o la “ceguera situacional”, impulsan en ocasiones la tentación de sentir cuasiperfecta la labor cumplida. Me da por pensar que algunos funcionarios, del presidente para abajo, están muy contentos con lo actuado y piensan que para el corto tiempo que llevan gobernando, los logros son extraordinarios.

La primera aclaración necesaria es que ese tiempo que llevan gobernando, en muchos casos, demasiados casos, supera la década. Por experiencia burocrática no hay cómo quejarse. No se comprende entonces por qué se sigue actuando como si todo fuera muy bien y por tanto es permisible mantener un ritmo pausado en el quehacer de las rectificaciones que en diversas materias el pueblo ecuatoriano espera con gran ansiedad.

Sé que la prisa es mala y da lugar a peligrosas improvisaciones, como esa de andar ofreciendo trenes playeros sin mayor preocupación por establecer sus costos reales y sobre todo su prioridad en momentos de crisis. Esa ligereza en ofertar con tanta voluntad de llevar adelante la obra contrasta con los vaivenes alrededor del puente sur, por ejemplo, que es, sin duda, una obra altamente más significativa que el tren que nadie sabe por qué partirá de Daule o la inercia frente a la preocupante situación del sector salud.