El exministro de Finanzas en el Gobierno de León Febres- Cordero cazaba por afición en su juventud; ahora le da cuerda a su reloj cada tres días y presume de libros, fotos y recuerdos.

Francisco Swett: “Ecuador no es Venezuela, pero pudo serlo sin la barrera del dolar”

En una semana, Ecuador elige nuevo presidente y lo hará sabiendo -si el Banco Central publica las cifras a tiempo- cuánto ha decrecido el país. El viernes, a dos días de las elecciones y en pleno silencio electoral, las autoridades deberían confirmar q

Le tocó gobernar con un precio de petróleo a seis dólares y gestionar una crisis económica. Sus predicciones le valieron hace años el título oficial de ‘brujo’, concedido por las Fuerzas Armadas que hoy cuelga de una pared de su casa. Ahora, Francisco Swett, exministro de Finanzas del Gobierno de León Febres-Cordero, augura de dos a tres años de estancamiento antes de crecer. Pero solo si hay un cambio.

- ¿Qué factura va a dejar la crisis en Ecuador, como economía y como sociedad?

- Ecuador no es Venezuela. Hay una diferencia entre lo que ha pasado allá y lo que ha pasado acá. Sin embargo, si analizamos lo que pudo haber sido y lo que está siendo, lamentablemente hay una serie de coincidencias que tienen una barrera: se llama dolarización.

- ¿Cuándo va a tocar fondo la recesión económica?

- Antes de poder salir a la luz, tenemos que pasar por una estabilización, por un crecimiento mediocre o de 0 %. Eso ya sería mejor de lo que tenemos ahora si se logra sin más deuda. Significaría que estamos saliendo del hueco. Tengo la certeza de que se puede salir, pero si se hace bajo un modelo como el actual, también tengo la certeza de que no se podrá.

- ¿Y si los ciudadanos refrendan esta gestión en una semana?

- Con un modelo fiscalmente quebrado como este, la dolarización no dura. O sea, termina. Porque la dolarización es como una chequera. Uno gira cheques y ahí se va el saldo. En este momento tenemos una chequera sobregirada y si sigue así, llega un momento en que el banco dice ‘ya no hay más sobregiros, señor’.

- ¿Cuánto queda para eso?

- Estamos muy cerca, porque vemos que el Estado tiene que agarrar de donde sea, como de los depósitos del Banco Central. Y este se los entrega como cualquier banco, pero un banco irresponsable. Si el BCE fuera un banco privado, los gerentes ya hubieran ido a la cárcel porque hubieran roto todas las reglas de la Superintendencia de Bancos respecto del otorgamiento de créditos y de la medición del riesgo.

- ¿Qué sacrificios toca hacer?

- Ahora, el mayor ajuste debe ser en el sector público. Porque un sector público que percibe $ 1.400 millones de ingresos y que gasta $ 2.900 o 3.000 millones es ciertamente insostenible. No se puede mantener. Todos los meses tiene que andar prestando 1.000 millones de dólares. Es una cifra que pone en tela de duda que se pueda mantener un régimen dolarizado. El modelo fiscal está quebrado hace años. Desde 2013. Cuando uno mira las diferentes fuentes de ingresos del Estado, la que más crecía era el endeudamiento. No era la mayor, pero sí la que crecía a mayor tasa. Ahora resulta que ya es la mayor también. El problema es que uno no puede crecer a punta de deuda. Porque eso acaba un día.

- ¿Qué recortes haría usted?

- Se puede hacer una reprogramación de las inversiones. Entre los proyectos eléctricos se puede determinar una secuencia, por ejemplo, ¿se debe proseguir con la instalación total de turbinas de Coca-Codo Sinclair como primera opción o se debe avanzar en otros proyectos más chicos? De eso se trata cuando cualquier persona sensata en materia económica tiene que tomar una decisión. Pero aquí todo se ha hecho de manera atolondrada.

- ¿Habría prescindido entonces de inversiones realizadas?

- Es que no solamente se trata del volumen de la inversión, sino de la calidad, de la eficiencia, de la secuencia, de la utilización de ingresos y egresos... Hubo 304.000 millones de dólares de gasto público en el decenio. ¿Qué se podía hacer con eso, que es el tesoro más grande que jamás se ha acumulado en toda la historia de la República del Ecuador desde su fundación? Este Gobierno tuvo una bonanza sin precedentes y de edición única, porque no creo que se vaya a repetir.

- ¿Cree que se desaprovechó?

- La contraparte de eso es el endeudamiento externo. Cuando uno piensa en los ingresos, que fueron 280.000 millones de dólares del sector público (frente a los $ 304.000 millones de gasto), da un déficit de $ 24.000 millones. Si a eso le restamos los ingresos que vienen por el Seguro Social (son contabilizados como públicos, pero son fondos de los afiliados), ese déficit sube a $ 52.000 millones. Para tener una idea de lo que es: todos los ingresos del sector público entre 2000 y 2006 fueron $ 52.000 millones.

- Pero el desarrollo requiere inversión...

- El Gobierno actual se vanagloria de haber reducido los índices de pobreza. Pero la reducción fue mayor entre 2000 y 2006 que de 2007 en adelante. Entonces no tienen ese enorme mérito. En Salud y Educación, se propusieron -y lo incluyeron en la Constitución- tener un nivel de cobertura de salud pública del 6 %. Ni se ha acercado a eso. Y, de hecho, hoy los pagos de amortización de deuda y de intereses van a superar con creces los gastos en Educación y Salud. Eso de ahí provoca un desfase social, porque la salud y la educación son dos grandes correctores de las desigualdades en los ingresos.

- ¿Hace falta la inversión extranjera? ¿Por qué no llega más?

- El mundo está repleto de capitales, pero aquí no hay. Aquí estamos en el desierto. Es lo que ocurre con estos gobiernos miopes que se apartan del mundo y quieren vivir en su propia órbita. Si soy inversor y tengo que elegir entre Chile, Brasil, Colombia, Perú -a Venezuela ni la miro- o Ecuador, pues veo que los demás tienen instituciones que me hacen sentir mejor: tienen acuerdos con Europa, con Estados Unidos, con Asia... y aceptan el arbitraje de instituciones internacionales. Mientras en Ecuador, aparte de la dictadura de los hechos, hay una dictadura de palabras, de manera de ser. Hay una intolerancia verbal total.

- Volviendo a la idea de recuperación, ¿qué otra industria puede sustituir al petróleo?

- Si quitamos Yasuní, hay petróleo para 14 años. Hay que seguir cuidándolo, pero hay que acostumbrarse a la idea de que la era petrolera está en su ocaso. Ecuador tiene un gran potencial agrícola. De hecho, de eso vive. El banano, no solo produce los $ 2.000 millones de exportación, sino que crea un millón de empleos. También está el cacao, el camarón, la pesca... Todavía hay espacio por incorporar a la frontera agrícola y para incorporar la productividad agrícola. Pero eso justamente es lo que quieren los créditos que no ha habido. La agricultura necesita créditos en abundancia. Los pequeños productores pueden convivir con los grandes. En Estados Unidos se organizan en cooperativas y compiten con gigantes como Cargill.

- Eso también está en los planes de los candidatos.

- Me parece paradójico que el candidato oficial hable de restaurar el agro. Tuvieron 10 años y cuando uno ve la matriz de inversiones del sector público en el agro es insignificante. No llega a los 2.000 millones de dólares, según las publicaciones oficiales del Banco Central. La agricultura está bien por debajo del sótano.»