Francisco entra en la campana de EE. UU.

El papa criticó ayer a Donald Trump. Y Donald Trump contraatacó -de otra manera, no sería él-. Poco importa si es el papa. A bordo del avión que lo trasladó de vuelta a Roma, el sumo pontífice dijo que “una persona que piensa solo en hacer muros, sea donde sea, y no hacer puentes, no es cristiano”. El titular estaba servido. El papa no considera cristiano a Trump -quien estos días ondea una Biblia allá donde va para ganar el voto más religioso en las próximas primarias de Carolina del Sur, anclada en pleno Bible Belt (cinturón bíblico que engloba estados sureños).

“Sobre si aconsejaría votar o no votar, no me meto”, prosiguió Francisco. “Solo digo: este hombre no es cristiano”.

Trump reaccionó de inmediato y emitió un comunicado, una declaración de guerra en toda regla al jefe de la Iglesia. El encabezado rezaba: “Donald J. Trump responde al papa”.

“El papa desearía y rezaría porque yo fuera presidente si el Vaticano fuera atacado por el Estado Islámico”, dijo el magnate neoyorquino ayer en un acto en Kiawah Island (Carolina del Sur), mientras era jaleado por sus seguidores.“Que un líder religioso cuestione la fe de una persona es vergonzoso”, declaró Trump, quien se define como seguidor de la corriente presbiteriana. “Estoy orgulloso de ser cristiano y como presidente no toleraré que se debilite y ataque de forma constante a la cristiandad, como sucede ahora, con nuestro actual presidente”, proclamó Trump en referencia a Barack Obama.

En opinión de Trump, “el Gobierno mexicano y sus líderes han hecho al papa comentarios en los que me menosprecian, porque su intención es seguir saqueando a Estados Unidos, tanto en el área comercial como en la frontera”. El papa acaba de poner fin a casi una semana de viaje que lo llevó de Cuba a México.

Dentro de sus bravatas y ataques durante la campaña, Trump ha asegurado que, de ganar la presidencia de los EE. UU., construirá un muro de 2.500 km a lo largo de la frontera con México y deportará a 11 millones de inmigrantes.

El último acto del papa en México fue la celebración de una misa justo en la frontera entre Ciudad Juárez y El Paso.

La injerencia de un papa en una campaña electoral es rara en la historia contemporánea, y es ciertamente vista con desconfianza en EE. UU., tradicionalmente receloso de una influencia desmedida de los pontífices en las directrices políticas y económicas del país.

Siendo candidato presidencial, el católico John Kennedy, fue acusado de que “recibiría órdenes del papa”.

El propio Francisco lo vio de cerca durante su polémica visita a Washington en octubre, donde su aireado apoyo a la lucha contra el cambio climático fue condenado por los republicanos, que acusaron al pontífice de alinearse con el gobierno del demócrata Barack Obama.

“Creo que como católico está bien obtener orientación del papa. Pero no en política económica o ambiental”, dijo ayer Jeb Bush, rival de Trump en la carrera republicana, quien se convirtió al catolicismo, la fe de su esposa mexicana.