Final de siglo

El siglo XIX terminó el 11 de noviembre de 1918 en Compiègne. Las ilusiones, modos de vida, costumbres, relaciones entre las personas, hasta la forma de vestir y de comer, así como la distribución geográfica de los países, fueron violentamente trasformados en esos cuatro años de guerra insensata, que se iniciaron con el pistoletazo en Sarajevo en 1914 y concluyeron simbólicamente en el vagón de un tren. Un europeo sobreviviente al armisticio de 1918 no hubiera podido reconocerse en sus coterráneos llenos de júbilo que celebraron la llegada del siglo XX.

La Belle Époque, la era de la “paz victoriana”, quedaron sepultadas en la destrucción masiva de hombres, animales y paisajes. Pero más allá de la memoria de lo sucedido, ¿qué sucede en nuestro mundo actual, el de Putin y Trump y de las presiones por el separatismo?

Existe hoy igualmente un clima bélico preocupante, azuzado por los nacionalismos y los separatismos al alza. También la impavidez de las personas dedicadas a vivir su vida cotidiana igual que sus antepasados. “La historia amenaza con retomar un trágico rumbo en este día de aniversario, donde renovamos nuestra fidelidad eterna a nuestros caídos”, ha advertido el presidente Macron.

Precisamente, lo que asombra, un siglo después de concluido el conflicto de 1914-1918, es la condición de “paciente”, de “rehén” o de víctima sacrificial de la mayoría de los ciudadanos que se vieron involucrados en la guerra y muchos de los cuales pagaron con su vida una decisión que nunca tomaron.

El peligroso clima bélico, de agresividad y de rechazo al extranjero en nuestro mundo actual, recuerda a los nacionalismos exacerbados de las dos guerras mundiales. Estos nacionalismos siempre terminan en el campo de batalla, pero su condición de posibilidad reside en esa condición de “paciente” que asume la mayoría de las personas, refugiadas en la burbuja de su cotidianidad, que puede ser rota por la destrucción. El aniversario de la Gran Guerra nos descubre, más allá de los innegables cambios que hemos vivido en ese siglo, nuestra condición vulnerable.