La calle Córdova. Uno de los grupos de danzas exhibe su arte sobre la acera, mientras cientos de espectadores aplaudían por el arte de este grupo guayaquileño. Este festival inició a las 09:00 y terminó pasadas las 21:00, con quema de fuegos artificiales.

La fiesta se activa en parques y calles

Un buen tramo de la calle Córdova se convirtió por más de nueve horas en una especie de túnel del tiempo de las tradiciones urbanas de la ciudad.

Un buen tramo de la calle Córdova se convirtió por más de nueve horas en una especie de túnel del tiempo de las tradiciones urbanas de la ciudad.

Por un lado, un palo ensebado con productos comestibles guindados de su corona; mientras del otro, un grupo de hermanos asaban muchines envueltos en hojas de plátano, tal como se lo hacía en los tiempos, cuando lo rural con lo urbano eran casi lo mismo.

“Así se los cocinaba originalmente. Ahora los fríen”, dice Otilia Bermúdez Álvarez, quien arribó junto a Pablo y Tomás, para ofrecer este manjar tradicional de la ciudad, en el festival que un grupo de pequeños empresarios organizan por segundo año consecutivo en este sector del centro.

El Festival de la Calle Córdova convoca a una serie de artistas que desde las 09:00 se presentan en una tarima y a ras del suelo. Llegan de todos lados de la ciudad y hasta de los pueblos cercanos. Estos últimos, porque vienen a exhibir su arte montuvio. Mientras que de la ciudad, los grupos folclóricos exhiben ritmos de la Costa y de la Sierra. A estos se suman grupos y solistas extranjeros, como Cien Volando, integrado por argentinos, que dirige Ana María Jaime.

También se presentan artistas reconocidos, como Liliam Suárez, Hilda Murillo, Juan José Jaramillo, Beatriz Gil, Falconí Jr., además de folcloristas vinculados con el teatro montuvio y con el amorfino.

Todo esto matizado con juegos de antaño, desde carrera de ensacados hasta el trompo. “Esta es la segunda vez que vengo, me gusta porque recrean los juegos de mi infancia”, dice Soledad Campos, de 56 años, quien llegó con su familia.

Los organizadores distribuyeron los espacios de tal forma que en el centro de la calle se presentaban los grupos de danza y se realizaban los juegos, mientras que en las tarimas los cantantes.

En ambas veredas se colocaron los stands con comida típica. Además de los muchines de yuca y maíz, hubo hasta tapao arrecho y bollos.

El festival estaba programado para que cierre pasadas las 21:00, con baile callejero incluido, tal como se lo hacían en las fiestas barriales de los años 50, 60 y hasta 70.

Cerca de ahí, en la Plaza Colón, 36 agrupaciones de cinco países participaron desde las 09:00, de un festival denominado Uniendo Fronteras.

Los artistas, son precisamente extranjeros colombianos, peruanos, venezolanos, chilenos y argentinos, que residen en la ciudad. Las presentaciones cerraron a las 19:00.

Mientras que en el Parque Samanes, se desarrolló la feria gastronómica ‘Sabores Samanes’, con una muestra de artesanías y sabores.

Organizado por el Servicio de Gestión Inmobiliaria del Sector Público (Inmobiliar), administradora del parque, este evento convocó, entre sábado y domingo, a cientos de personas que llegaron a saborear los platos típicos de Llulán y su caldo de salchicha; Corozo El Verdadero y sus bollos mixtos; Pollos Barcelona y sus pollos con diferentes acompañados; Chicharrón y su fritada con salsas.

En total fueron 18 las huecas que llegaron al Parque Samanes para el deleite de sus visitantes. Hubo otros tantos stands ocupados por artesanos.