Fernando Guerrero

Fernando Guerrero Guerrero, ilustre hijo de la Sultana de los Andes, luego de una fatigosa vida al servicio de las causas que inspiraron su existencia, descansa en paz.

El descanso es la recompensa a la fatiga.

Fernando fue un infatigable y persistente luchador por buscar afanosa y lealmente, sin intereses de índole personal, como acelerar el progreso de su ciudad, Riobamba.

Por eso, desde las distintas funciones que ocupó, como consecuencia de su capacidad, de su honestidad, de su alma superior, hizo lo indecible para lograr tan noble propósito.

Desde la presidencia de la Federación Deportiva del Chimborazo, construyó el Coliseo Teodoro Gallegos, haciendo de él un lugar que cumple con las exigencias que un escenario de esa naturaleza exige.

Como presidente del Colegio de Abogados de Chimborazo culminó la construcción de la sede social de esta entidad.

Pero desde donde llevó a cabo una labor que Riobamba debe recordar siempre, fue desde la Alcaldía de esa ciudad.

En cuanto llegó a tan alta dignidad, sin desmayar y venciendo los obstáculos que toda idea brillante encuentra en el camino, se propuso, y logró: la construcción del parque industrial que debió haber servido para que Riobamba despegue más y progrese más.

Su actividad fue múltiple: legislador por Chimborazo, superintendente de Bancos. De todas estas altas funciones salió con la frente en alto y con las manos limpias.

Me unió a él una amistad fraterna a toda prueba. Fernando recibió en vida el cariño y el afecto de sus conciudadanos.

Hay que tributarle un justo homenaje a su memoria. Sectores de opinión de Riobamba han lanzado la idea de que el Estadio Olímpico de esa ciudad lleve su nombre. Esta idea debe convertirse en realidad para que las juventudes futuras tengan un referente ético tan necesario en momentos como los actuales en los que pretende sobresalir la mediocridad.

Fernando, hermano y amigo. Te abrazo, hasta vernos.

colaboradores@granasa.com.ec