
Feria de medicina ancestral en Cuenca
Médicos indígenas, yachaks mostraron sus saberes de sanación. Sus instrumentos son: huevos, caracoles y sonidos andinos
El olor a palo santo y yerbas frescas, más el sonido de instrumentos musicales andinos de viento, se tomaron las inmediaciones del Parque Arqueológico de Pumapungo en Cuenca.
Fue durante una feria intercultural de medicina ancestral. Quince sabios y conocedores de cinco provincias del país, pusieron de manifiesto sus conocimientos ancestrales de la medicina natural y energética, mediante métodos nativos y milenarios.
Entre los médicos andinos estaba Tayta Julio, nativo de Morona Santiago.
Con el frotamiento del huevo sobre el cuerpo de María Tacuri, el hombre diagnosticó que la paciente sufría de diabetes emocional.
La diagnosis no duró más allá de unos cuatro minutos. “fue el frotamiento del huevo por el triángulo de la angustia, cuello, hombro izquierdo y derecho y parte alta de la espalda”, explicó Julio, al advertir “que es en esa parte del cuerpo donde se halla desestabilizada la energía espiritual”. El huevo debe ser fresco, del día, anotó Julio al tiempo romper el huevo y colocar su contenido en un vaso de cristal. “Mire, aquí se ve unos hilos blancos, largos, forma una malla, similar a la tela de araña”. Usted sufre de diabetes emocional, le dijo a su paciente al sugerirle que, como parte de la curación deberá bañarse en agua de ruda y nogal, por unas cuatro veces.
Tomó luego un ramo de hojas de zanzag, producto nativo de la Amazonía y con golpes suaves en el cuerpo de la paciente, dio paso al proceso de reenergización, luego con sonidos emanados de una trompeta andina (construida de caña guadua), un par de ‘pututos’ (en forma de caracoles) completó la armonización de las energías de la paciente, parte de la curación.
María, la paciente, con una sonrisa explicó que mientras escuchaba los sonidos de la trompeta y los pututos, sintió que “un trino de pájaros y sonidos de las hojas de árboles movidas por el viento”, “es la comunión de la naturaleza con el ser, la armonía espiritual con las áyas´ (espíritus de los antepasados) que protegen a las personas” explicó Tayta Julio, quien, a más de médico andino, es un docente de la medicina ancestral. El Tayta muestra un tambor de siete lados, hecho de cuero de borrego y asegura que al tocar el instrumento emite sonidos de los cuatro puntos cardinales y de la parte de arriba, centro y baja en el cuerpo de los pacientes, importante para la energización.
Un poco más allá, con el sonido agudo salido de un cuerno de cebú; de color negro, y un cigarro encendido, otro conocedor de la medicina ancestral, Tayta David Tumbalá agradecía a la Pachamama por un nuevo día.
Tayta Gonzalo, de Azuay, fue parte de limpias y energización de sus pacientes, con el uso de cascabeles. Sus curaciones fueron del susto, mal de ojo y otros males producto de la desviación de las energías.
Espiritualidad y naturaleza
Los Taytas Julio, Gonzalo y David, explicaron que sus conocimientos se basan en la espiritualidad y naturaleza; si el paciente está en comunión con su espíritu y naturaleza, se halla la armonía total del cuerpo y sus órganos, dijeron.
Para el presidente de la Asociación Intercultural de Yachak Ayapu Pumapungo, del Azuay, Roberto Ochoa, organizador del evento, la medicina ancestral ha tomado fuerza en los últimos tiempos; es la curación espiritual y energética del ser humano basada en la cosmovisión, como parte de la salud intercultural, como el florecimiento mismo del ser humano en el reencuentro con la naturaleza. Hubo también una exposición y taller de confección de instrumentos musicales andinos, a cargo de Alfonso Cachiguanco.