La quiteña Susana Oña entretiene a los menores damnificados de la población.

Faltan manos para ayudar a los damnificados

Más apoyo internacional. Ese es el pedido del Stephen O’Brien, secretario general adjunto de la ONU para Asuntos Humanitarios. El funcionario estuvo en el país por dos días, recorriendo la zona más afectada por el terremoto de 7,8 grados. Hoy se prevé

Voluntarios para cada área. A la zona más afectada, por el terremoto del sábado, en Esmeraldas han llegado decenas de personas con el afán de ayudar. Pero siguen faltado manos.

Ayer, un grupo de niños cantaba “la lechuza, la lechuza hace shhh” y luego se quedaban inmóviles. La quiteña Susana Oña era la encargada de vigilar que nadie rompa el silencio. Ella es boys scouts desde hace un año y no pensó dos veces en ir a la zona del terremoto. Primero estuvo en Pedernales organizando a otro grupo de voluntarios scout.

Luego viajó a Muisne y, desde el martes, es la encargada, a las 11:00, del recreo de los niños en el albergue de la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe.

Ayer su mente estaba con los niños, pero también pensaba cómo va a financiar el resto de su estadía hasta el domingo. “Hemos encontrado gente que nos colabora, pero no en todo”, dijo a EXPRESO.

En la ruta de los albergues están los que ayudan a descargar los víveres de los camiones; las cocineras voluntarias que hacen milagros para que la comida alcance. Todos coordinan con el Ministerio de Inclusión.

Sentado en una banca de madera estaba este jueves Paolo Realpe. No dejaba de tocar un tambor y otros instrumentos de percusión, mientras los desplazados al albergue de Palma Junta lo miraban. En rima contó que, además de ser un conchero damnificado, su misión era dar energía a la gente que para que no pierda la fe y el “tumbao”.

A los voluntarios les preocupa varias cosas: lo primero es que con el pasar de las semanas la efervescencia de la solidaridad se apague y no haya un recambio. También algunos “requisitos” que se pide y que no son aplicables en todos los casos. Los trabajos en Muisne no son de rescate de víctimas.

Karina Delgado se subió en un bus el lunes a las 08:00, en Quito. Llegó al siguiente día a las 10:00 a Pedernales. Casi 26 horas de viaje. Ayer, esta ingeniera en administración turística y hotelera, ayudó a los funcionarios del Ministerio del Ambiente a armar 100 carpas con capacidad para albergar a cinco personas.

“Sigue haciendo falta manos. He visto gente que llegó con nosotros el martes, se tomó la foto, vio que la cosa era ardua y se regresó”, comentó Karina a EXPRESO.

Entidades como el Ministerio de Salud han hecho convocatorias para reclutar médicos voluntarios como traumatólogos, emergenciólogos o psicólogos y psiquiatras.

El bogotano Jaime Pedraza, coordinador de la organización Médicos sin Fronteras, llegó ayer, junto a un grupo de expertos de la salud, a Muisne. Estos voluntarios son expertos en trabajar en zonas afectadas por los conflictos armados o eventos naturales catastróficos. Un equipo de avanzada hizo un primer análisis y ellos empezarán a actuar en territorio.