Hace falta honestidad

Hace falta honestidad

El antónimo de honradez es corrupción, la cual se da en todas las esferas, altas y bajas, pero usted puede prevenir y alentar desde casa.

Está apurado, se pasa la luz roja, no vio al agente de tránsito que con total razón lo obliga a estacionarse para aplicarle la correspondiente sanción, pero usted cordialmente trata de ‘arreglar’ con él. Su hijo está por graduarse en el colegio, pero está ‘raspando’ en una asignatura, con grandes posibilidades de quedarse para supletorio, sin embargo él y usted quieren que se gradúe con su grupo, por lo que pide una reunión con el maestro y por si acaso le lleva un ‘cariñito’.

O a lo mejor su hijo adolescente quiere ganar dinero y se ofrece a hacerle las tareas a sus compañeros, usted está enterado y lo ve bien porque es un ‘ingreso’ para el menor. Aunque no lo crea o le cueste admitirlo estos actos están carentes de integridad. Entonces, ¿por qué nos escandalizamos al oír sobre los casos de corrupción en Odebrecht o la Federación Ecuatoriana de Fútbol y no hacemos lo mismo con los hábitos cotidianos? Porque lamentablemente viene de una herencia cultural y esas pequeñas percepciones crean una cultura de corrupción, es más se intenta tapar los hechos fuera de la ley con compensaciones e incluso se les otorga un nombre para que no se escuche muy feo, sostiene el sociólogo Juan Salazar. “Lo detiene un vigilante de la ATM y su condicionamiento cultural es “no quiero pagar” y quiere ‘arreglar’, ¿’arreglemos’ qué, que soy un irresponsable? Eso se resuelve con una sanción que tiene que tocar mi bolsillo para que no lo vuelva a hacer”, explica el experto.

¿Por qué es importante la honestidad? La psicóloga clínica Maribel Velásquez afirma que así como la buena alimentación o el descanso físico son importantes para la salud y la vida, esta es salud para el alma y garantía para una buena convivencia social. “Es un valor moral que nutre al alma de armonía. Finalmente, eso es lo que busca el hombre: paz interior. Aquella que nos permite disfrutar desde las satisfacciones más pequeñas hasta las más intensas y darnos bienestar integral”.

La orientadora familiar Teresa Saldarriaga asevera que la honestidad constituye las bases con las que cada persona es edificada. Es el elemento que le da solidez a las demás virtudes humanas como el respeto, la solidaridad, la identidad, la generosidad, etc.

Duro con otros, blando consigo mismo

Otro punto que destaca Salazar es la rudeza hacia los otros y la justificación o condonación hacia sí mismo. “Si lo hace él es terrible, si soy yo está bien. Ellos se robaron millones de dólares, yo solo estoy dándole un regalo al profesor de mi hijo para que le ayude. No hay una diferenciación o análisis de que es igual un acto de corrupción, la magnitud cambia, pero es lo mismo. La gente dimensiona por la cantidad que se llevaron, eso debe cambiar”.

Saldarriaga señala que solo se ve el efecto y no la causa. “La familia no vive su función formadora. En el seno del hogar si los niños llegan de la escuela con un sacapuntas que no les pertenece, papá o mamá no les ordenan que lo devuelva”. También recalca que nos desenvolvemos en una sociedad muy individualista donde el fin justifica los medios, lastimosamente.

¿Los valores pueden ser removidos?

Una persona que fue instruida en valores desde casa, ¿puede desviarse? “Los valores morales y éticos son como el amor de pareja, hay que alimentarlos siempre para que no mueran”, contesta Velásquez.

Saldarriaga coincide y aconseja sembrar y continuar educando. “Instruye al niño en su camino y aun cuando fuere viejo no se apartará de él. Es importante repetir consejos a sus hijos y hablarles de ellos en casa, al acostarse y levantarse. Esta reiteración debe ser permanente como el ejemplo. Los hijos tienen que ver que el padre o la madre acude a la tienda para devolver el vuelto que recibió de más”. La especialista en temas familiares agrega que los modelos de influencia tienen relación con este punto, “a veces copiamos conductas equivocadas”.

La peor esclavitud

Lamentablemente actuar errada o incorrectamente de manera repetitiva esclaviza a una persona, su mente se cauteriza, la deja insensible. “Este tipo de conciencia es el resultado de fallar, pecar, continua e impenitentemente. Son actos que enturbian el sentido moral del bien y nos hace indiferentes a las advertencias de la conciencia que Dios ha puesto en cada uno para guiarnos”, puntualiza Saldarriaga.

Consecuencias

-A corto plazo: Se produce la desconfianza y el irrespeto hacia las leyes y los personajes que la representan. Aquí también todos los ámbitos en el que el individuo se relaciona (casa, centro educativo, trabajo, etc.).

-A largo plazo: La declinación de los valores éticos-morales (garantes de una sociedad justa) por la naturalización de la corrupción en los sujetos, que conlleva a la creación de nuevas formas de convivencia social, considera Velásquez.

¿Qué hacer?

-Si hay leyes en casa, en la escuela, podría enseñarles algunas normas sociales a sus hijos (como si alguien roba irá a la cárcel). Recuerde, las leyes son puestas para limitar al hombre y la corrupción quiere quebrantarlas.

-Al hablar y explicarles sobre las leyes hágales entender que son para el beneficio personal y social. Luego practíquelas y controle y/o supervise su cumplimiento. Asimismo, exalte o destaque a aquellos que las respetan y ejecutan. Y denuncie o sancione los actos de corrupción.

-Es importante no consentir ningún acto deshonesto, ni como espectador o actor.

En el mundo

La ONG Transparencia Internacional elaboró el año pasado el listado de los países más y menos corruptos. ¿Adivine dónde está el Ecuador? En el puesto 114 de 180 naciones y sobre 100 tiene un puntaje de 34. Dinamarca está en primer lugar en honestidad y su calificación es 88. Somalia lidera en deshonestidad, desde hace 5 años y su puntuación es 10.