Negocio. Jorge Gómez Vidal es un Papá Noel que atiende varios negocios paralelos: desde cocinero a escritor.

Las otras facetas de Papa Noel

No habitan en el Polo Sur y cuando termina diciembre deben cumplir también con obligaciones. Un oficio que se ha vuelto un trabajo opcional de fin de año.

Pocos imaginan a un Papá Noel cumpliendo horarios de oficina o preocupado por financiar el pago de la renta de la casa o de los servicios básicos. Pero cosas de ese tipo se suscitan cuando la espesa barba blanca, las botas negras y el traje agamuzado rojo son un asunto fuera de moda.

No es lo mismo un Papá Noel en diciembre que en enero o a mediados de julio. “Seguro pensarán que estás loco”, dice Jorge Gómez Vidal, un guayaquileño de 58 años que cuando llega diciembre, la época más rentable para hacerlo, saca del armario el traje del viejo de las barbas blancas y sale a la calle a cumplir contratos.

“No es fácil. Menos cuando la competencia ha hecho poco rentable el oficio. Ahora cualquiera se compra un traje, se coloca una barba y sale a cobrar lo mínimo. Yo aún soy un Papá Noel que se hace valer”.

Pero eso sucede en diciembre. De enero a noviembre la situación cambia. Para entonces, lo duro de llevar a casa el sustento diario inquieta a este guayaquileño. “Por mi edad, ya no es fácil ubicar un puesto de trabajo. Entonces me toca hacerlas de pintor, escritor, cocinero y hasta humorista. Cada actividad la emprendo con el debido esmero. No me quejo, en cada cosa me va bien”.

Lo de escritor es reciente. Hace un año publicó su primer libro, que lo ha vendido entre sus conocidos. Lo de cocinar es de hace mucho. Tiene ‘Las Delicias de Giorgio & Prisci’, que atiende por pedidos y se promociona por las redes sociales. Además de esto, hace mandalas y pinta cuadros.

Claro que en su momento hizo oficina y cumplió horarios, pero eso sucedió cuando laboró por cerca de 20 años para la Pepsi Cola.

Como cualquier humano y sin las barbas ni el traje rojo, Jorge Gómez habita en algún sitio de la ciudad. En su caso, su lugar de residencia no está en la Antártida sino en el barrio Centenario y tan mortal es que tiene como referente ser sobrino de dos expresidentes: Otto Arosemena Tola y Raúl Clemente Yerovi.

No hay mejor mes para el oficio de Papá Noel que diciembre. Tanto que el artista y promotor uruguayo Néstor Balbuena, de la compañía Multitalentos, tiene en estos días mucho trabajo organizando fiestas y espectáculos navideños que lleva a diferentes partes del país, para lo cual cuenta con una buena agenda con los números de teléfono de simples mortales que por 15 a 20 días tienen el duro oficio de atender a miles de niños, dedicarles un abrazo y soltar su clásica sonrisa acartonada: jo jo jo...

Fernando Gálvez y su hermano Marcelo, ambos actores de larga trayectoria, son parte de esa lista. En el caso del primero, de lunes a viernes cubre un horario de 08:00 a 16:00 como terapeuta teatral para los niños del Centro Integral de Equinoterapia.

“Soy actor y cierto día me buscaron para hacer de Papá Noel en un espectáculo artístico de José Miguel Salem. Inicialmente era en los escenarios, pero luego alguien necesitó llevar un Papá Noel a un centro comercial y me buscaron. Me dicen que tengo la talla y, como sé tratar a los niños, era el adecuado. Desde entonces en diciembre una de mis mayores ocupaciones es vestir el trajecito rojo y las barbas blancas”.

Tal como Jorge, un cocinero, y Fernando, el actor, debajo de ese clásico disfraz hay desde locutores hasta editores de libros y profesores.

Ese es el caso de John Morla Meza, el DJ que cada diciembre separa parte de las horas de las tardes para tomarse fotos con los hijos de los clientes de Mall El Fortín; o como aquel ingeniero en sistemas, Germán Martínez, que hasta hace pocos años era el Papá Noel de Mall del Sur.

Este bogotano se venía a Guayaquil durante 20 días para ganarse la vida por ese tiempo. “Ya no está él. Ahora otra es la persona que viste de Noel”, le confirmó a EXPRESO una ejecutiva de prensa vinculada con dicho centro comercial.