El exito es una secuencia de varios triunfos
El triunfo de Barcelona sobre el campeón de América sería mejor no verlo como una hazaña sino como el cumplimiento de un deber. Una institución con tantos títulos y blasones, que siente orgullo de haber nacido de las entrañas mismas de nuestro pueblo, que cuenta con el equipo más popular y taquillero de todos, ya que reúne a la mitad más uno de los aficionados del país, no puede seguir esperando un día más para reunir a sus socios más criteriosos y abordar con urgencia varios temas de interés social, económico y deportivo que, al parecer, están conspirando con la buena marcha de la institución.
Las célebres deudas que dejaron otros y que no fueron canceladas a tiempo ahora aparecen cargadas con subidos intereses y por extraño que pueda parecer, se han convertido en el talón de Aquiles de la nueva dirigencia. Esto a muchos les causa indignación, pues observan cómo ciertos personajes de cuello blanco aún se asoman tranquilamente al endeudado balcón del escenario amarillo.
Cuando una organización lucha para ser lo más eficaz posible, primero debe poner todos sus sentidos en saber seleccionar su personal de apoyo.
En el Ídolo hay que cuidar que ciertas contrataciones extranjeras eviten, en lo posible, gastar en “enfermos” y “turistas” a largo plazo. Cuidar que no se venda licor en el interior del estadio, ni hacerse de la vista gorda con la famosa “ruleta” por donde ingresan “pavos” con un solo boleto. Que no causen risa cuando dicen que ser dirigente es un acto generoso, casi sacerdotal, cuando en realidad son muchos los que convierten a ese rol en un vulgar escalamiento de posiciones a los que no podrían llegar por otros medios.
Barcelona debe crear normas más severas de comportamiento entre sus socios, haciendo respetar las acciones encomendadas a quienes tienen la delicada tarea de cuidar los dineros de la institución.
Se trata en todo caso, de un reto para gente de manos limpias que coadyuven a crear un marco legal con el que puedan dormir tranquilos. Hagamos votos para que problemas delincuenciales y de cualquier otro género, no hagan fracasar el interés que puedan tener los auspiciantes.