Creatividad. Los visitantes observan las figuras elaboradas.

Excentro correccional abrio sus puertas en exposiciones artisticas

La antigua cárcel de Cuenca volvió a abrir sus puertas. Las frías paredes y lúgubres pasillos pintarrajeados, los pisos de madera con trizaduras y huecos, además de 10 celdas ahora sin rejas, del edificio que por 57 años y hasta el 2014 sirvió de cárcel, se ha convertido este año en escenario de arte.

El viejo aroma que invadía el ambiente de los presos, aún está ahí. Las historias de violencia, dolor y tristeza guarda cada una de las celdas.

Los trabajos en videoarte, dibujo, fotografía, instalación, imagen y otros artes, que intentan relatar la historia que guarda y encierra el local, donde entre tristezas, penas, sufrimientos y maltratos, una parte de los internos cumplieron su deuda con la sociedad, otros terminaron o lo harán a futuro próximo, sus sentencias en el nuevo Centro de Rehabilitación Social Regional del Sur, de Turi.

Fueron 19 artistas de 6 países que de la mano del ecuatoriano Hernán Pacurucu y el chileno Víctor Hugo Bravo, con creatividad y sentimiento dieron vida a la muestra llamada ‘Gigantes y Derivas’.

En las noches se abrió al público la exposición, para así aprovechar la poca luz, las sombras, la penumbra real y los elementos intocados del exreclusorio.

Con las obras, todas relacionadas a la vida tras las rejas y levantadas en las mismas celdas, manteniendo todos sus elementos, se buscó energizar a los visitantes encaminando a que cada uno sienta ahí lo que vivieron los internos mientras pagaban una pena social y se esperanzaban en la libertad.

La artista ecuatoriana Sara Roitman, participó con su obra denominada ‘La mosca’, que es una instalación compuesta por varias moscas que estaban elaboradas muy detalladamente en neón, de color verde, que simbolizaba la putrefacción, explicó. (F) JM