Satisfacción. El profesor Leonardo Mosto recibe a diario, en su casa, la visita de sus exalumnos que llegan cargados de afectos y uno que otros regalos como tabletas y laptos.

Exalumnos del Americano rinden prueba de gratitud

Comenzó a trabajar como docente cuando tenía 24 años; y desde entonces el profesor Leonardo Mosto Lavayen supo que esa era su vocación, a pasar de no tener el título de maestro.Hoy, a sus 84 años de edad, y con severos problemas de salud, el pr

Comenzó a trabajar como docente cuando tenía 24 años; y desde entonces el profesor Leonardo Mosto Lavayen supo que esa era su vocación, a pasar de no tener el título de maestro.

Hoy, a sus 84 años de edad, y con severos problemas de salud, el profesor jubilado desde el 2008, recibe muestras de cariño y agradecimiento de sus exalumnos del colegio Americano, uno de los cinco planteles educativos en los que formó a miles de jóvenes.

Él también hizo carrera en el colegio fiscal Francisco Campos Coello, en los particulares Libertador Bolívar, Instituto Nueve de Octubre y Academia Técnica de Secretariado.

“Son muchos a quienes eduqué. Jóvenes que se convirtieron en adultos, en profesionales y en personas de bien para la sociedad”, indica Mosto, quien tenía a su cargo la materia de matemáticas de primero a tercer curso de secundaria (ahora octavo, noveno y décimo de Educación General Básica).

En los últimos días se ha convertido en un personaje famoso en las redes sociales, donde cientos de exalumnos han subido fotografías, recuerdos y mensajes halagadores que piden que la salud de su exmaestro mejore.

Mientras que su casa ubicada en García Moreno, entre Vaca Galindo y El Oro, es el punto de encuentro para aquellos que desean recordarle lo mucho que lo aprecian y además para entregarle algún regalo como muestra de gratitud a quien supo iniciarlos en el mundo de los números: primero con la Aritmética y Álgebra de Baldor, pasando por los casos de factorización, números fraccionarios, entre otros.

Ellos aseguran que sus enseñanzas fueron de enorme utilidad porque ahora pueden aplicarlas en la vida cotidiana.

“De él aprendí la perseverancia y de no dejarme vencer por las adversidades. Siempre nos decía que en la vida, al igual que en las matemáticas siempre hay varios caminos para obtener los resultados que deseamos”, recuerda Tzely Shalev, una de sus exalumnas y la iniciadora de esta cruzada de visitas y agradecimiento al maestro, cuya salud se deteriora, pero que esperan que su cariño lo reconforte.

Mientras que Juan Morán, otro de sus exdiscípulos, lo recuerda como un maestro exigente, formal en su trato y que infundía mucho respeto. “Si hay un profesor que merece el calificativo de símbolo, ese es el profesor Mosto”, indica.

Y precisamente ese fue su objetivo: dejar huellas en su trayectoria. Siempre estuvo fuera del grupo de profesores que ‘satanizan’ las matemáticas y las tornan incomprensibles, aburridas y desagradables para los jóvenes; por el contrario, cuando las explicaba procuraba que sus pupilos las entiendan por la vía más rápida.

Dueño de una memoria extraordinaria y de una sencillez indescriptible, recuerda con beneplácito a todos los directivos de los colegios donde laboró, así como el aprendizaje que obtuvo de ellos.

Coincidentemente esto es recíproco. “Ha llevado una vida impecable. A sus alumnos les enseñó matemáticas, pero también los valores de la puntualidad, honestidad, responsabilidad, etc. Era el primero en llegar al colegio y el último en irse. Él es de esos maestros que ya no hay”, dice Patricia Ayala, exrectora del colegio Americano.