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Europa por fin crearia una fuerza militar

El presidente estadounidense Donald Trump está dando un espectáculo lamentable en Europa. Sembró dudas sobre el compromiso de Estados Unidos con la defensa mutua bajo la OTAN y se retiró unilateralmente del acuerdo nuclear de 2015 entre Irán y los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de NN. UU., más Alemania y la Unión Europea. Después impuso unilateralmente un embargo al envío de bienes a Irán desde cualquier país (incluidos los otros firmantes del acuerdo).

Al mismo tiempo, EE. UU. amenazó con acciones similares en relación con el nuevo gasoducto Nord Stream 2 que unirá Rusia y Alemania. El Congreso estadounidense estudia proyectos de ley que permitirían al gobierno de Trump imponer sanciones a empresas europeas que participen en el proyecto. Los ataques de Trump a la soberanía ajena están dando impulso a un nuevo intento de unificación política europea. Los problemas económicos llevaron al surgimiento de partidos y movimientos nacionalistas euroescépticos en todo el continente. Y la decisión británica de retirarse de la UE contribuyó a debilitar aún más el proyecto europeo. En este contexto, las acciones de Trump cayeron casi como una bendición, porque obligan a los europeos a aceptar la necesidad de unirse en la defensa de la prosperidad y soberanía conjuntas. Una unión de casi 450 millones de personas (tras el ‘brexit’) no puede permitir que un país que tiene solo dos tercios de su tamaño la trate como a un grupo de Estados vasallos. De modo que el presidente francés Emmanuel Macron y la canciller alemana Angela Merkel declararon que están de acuerdo en la necesidad de crear un ejército conjunto europeo. El ‘establishment’ alemán sostiene en forma creíble que el objetivo de un ejército europeo será complementar y fortalecer a la OTAN. La alianza transatlántica no será menos necesaria que antes, ni verán los ciudadanos europeos a sus pares estadounidenses con menos simpatía y camaradería. Los profundos lazos históricos entre EE. UU. y Europa no han cambiado; todos saben que habrá EE.UU. después de Trump. Lo mejor es que Europa se ha lanzado una vez más a buscar su unificación política con vigor y sentido de propósito colectivo, y así es como debe ser. Hace ya demasiado tiempo que el proyecto europeo da primacía a la integración económica mientras posterga la unificación política. Francia, Italia, los países del Benelux (Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo) y Alemania habían acordado ya en 1952 la creación de un ejército europeo, según el tratado para la Comunidad Europea de Defensa. Pero la Asamblea Nacional de Francia nunca ratificó el tratado. Una segunda oportunidad para la unión política llegó con el Tratado de Maastricht, pero Francia volvió a interponerse; resistieron con éxito la creación de una unión política, basada en un estado central con un ejército conjunto y el monopolio del uso de la fuerza militar. Si ahora Francia está realmente decidida a combinar los ejércitos nacionales en una fuerza conjunta de defensa bajo comando central de la UE es muy posible que Macron se gane un lugar en los libros de historia. Todavía hay mucho por hacer, pero si se da, Macron tendrá que darle las gracias a Trump.