Estancamiento economico

Estando en vísperas de cumplir los proverbiales cien días de gobierno, no hay señales de la existencia de una plataforma de política económica que demuestre, materialmente, que la administración Moreno tiene ideas claras respecto de lo que se requiere para dar dinamismo a la economía.

Las declaraciones de los integrantes del equipo económico son auspiciosas, pero vacías. Los personeros de Finanzas y Banco Central quieren hacernos pensar que la “mesa sí está puesta”. Fervientes creyentes en el estímulo fiscal, han expresado que el presupuesto no se lo puede reducir; que la deuda está en orden; y que la economía está en recuperación. Proponen que la construcción y la minería se constituyan en los impulsores de la inversión, que las exportaciones crezcan notablemente al tiempo que se contraen las importaciones, y que el consumo de los hogares se expanda en forma dinámica.

La admisión de que no se puede hacer nada con el presupuesto es equivalente a decir que no hay forma de controlar el gasto público. Contradice, además, lo expuesto por el presidente pues deja entrever que todo está, y ha estado, en orden. Cuando la brecha de recursos es de $12.000 millones, la parálisis fiscal es la continuación de la mala práctica económica de la década perdida, pues el desequilibrio de recursos pone presión sobre toda la economía.

La reticencia a aceptar el hecho de que cuando los pasivos corrientes no se cubren en el tiempo estipulado estos se convierten en deuda, es una postura necia que nada tiene que ver con las prácticas contables del Fondo Monetario Internacional. La continuación de las ataduras a la producción por la vía de tributos antitécnicos como lo son el impuesto a la salida de divisas y los anticipos del impuesto a la renta, son desincentivos para la inversión privada que se pretende generar. Por último, la meta de inversión en $9.000 millones para minería y construcción para un cuatrienio es consistente con un crecimiento económico del 1,8 %, crecimiento que, como el mismo Banco Central se ve obligado a admitir, está por debajo del crecimiento poblacional.

En otras palabras, en el mejor escenario, y con supuestos y planteamientos equivocados, a lo mejor que aspira el Gobierno es al estancamiento económico.