Moradores de los sectores aledaños a las estaciones de la aerovía sienten preocupación y angustia por el futuro de la vida comercial.

Las estaciones de la aerovia, vistas desde sus moradores

Hay temor, preocupación y entusiasmo por la obra en desarrollo.

La vida de quienes viven en las casas y edificios situados cerca y en los alrededores de las estaciones de la Aerovía en construcción, cambiará una vez que la obra finalice, en marzo de 2020. Algunos, quienes están entusiasmados con el proyecto, creen que el cambio será para bien; y otros, en cambio, mantienen la preocupación y desconfianza de que la obra les afecte seriamente.

EXPRESO recorrió los sectores de dos estaciones y conversó con algunos moradores. “Me parece que la obra atraerá el turismo. Yo, incluso, quiero ser uno de los primeros en embarcarme en ese medio de transporte el día en que ya funcione”, cuenta Patricio Criollo, mecánico y morador del sector donde está la parada ubicada entre las calles Pedro Moncayo, Piedrahita y Julian Coronel.

En ese mismo barrio, George González, propietario de un restaurantes, indica que hace una semana un funcionario del Municipio llegó al lugar a tomar fotografías de las casas y negocios, y eso le preocupa. “Hace poco nos socializaron una carta donde mencionaban que ninguno de los restaurantes debe tener sillas afuera. Antes lo permitían. Tal vez, con el tiempo, nos hagan cerrar nuestros negocios porque adentro de esa plataforma se abrirán restaurantes”, dice el comerciante.

En ese mismo sector, funciona una cooperativa de taxi rutas de 300 unidades, gran parte de estas, permanecen en las calles aledañas a la plataforma de la aerovía. A Piter Reyes, socio de esa cooperativa, le preocupa que al convertirse, el lugar, un punto turístico, por la aerovía, el Municipio obligue a los carros de taxi rutas a mantener despejadas las calles.

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“Tenemos 10 años trabajando aquí, ya hemos, en todo ese tiempo, socializado nuestro trabajo con los moradores y estamos en paz. Al sacarnos de aquí perderíamos un área muy importante, lo que nos afectará económicamente”, dice.

No obstante, a otros vecinos, lo que les preocupa es el alto consumo de droga que se da en el parque ubicado al lado de la obra. “Si las autoridades quieren hacer de este lugar un punto más atractivo que acompañe a la aerovía, deberán preocuparse también por la seguridad. En es parque roban y fuman, a pesar del control policial”, se queja Andrés Salmón, otro vecino y jubilado.

Este Diario también recorrió los alrededores de la estación de este moderno sistema de transportación situada frente al cerro El Carmen. “Muchos moradores hemos lamentado que ya no esté a la vista los guayacanes con sus hojas amarillas sino una plataforma de la aerovía”, narra Daniel Ponce, estudiante de ingeniería civil y morador del cerro El Carmen.

El joven cuenta que los moradores incluso, por el mes de octubre, cuando los árboles florecían, iban a fotografiarse en grupo de amigos y en parejas. También algunos turistas y amantes de la naturaleza llegaban. “Hubiera sido mejor si ésta estación se hubiera acoplado a los árboles y no los hubieran talado. Así la vista sería más agradable”, se lamenta.

Otros moradores del sector, en cambio, creen que la estación les dará más reconocimiento y modernización a su sector. “Me parece una obra increíble. Como hay en otras partes del mundo. Además, con tanto tráfico, era muy necesaria”, señala Flor Pilamunga, moradora de un inmueble entre las calles Boyacá y Julián Coronel.

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