Espera. Eduardo Cedeño, plantado al pie de la av. Tiwintza, pide a la ATM una línea de bus que recorra su barrio.

Esperar un bus que ya no llega

21.482 personas habitan en El Cóndor, Los Shyris y Justicia Social, ubicados en el sector norte.

No se trata de un sentimiento de nostalgia. Cuando Eduardo Cedeño Zúñiga, un jubilado de 80 años, se planta a tres cuadras de su casa a esperar una de las unidades de la línea de transporte Maranatha que dejó de pasar hace cuatro meses, lo hace a manera de una protesta silenciosa y no necesariamente resignada.

Este vecino de Los Shyris, un sector a un costado de la av. Francisco de Orellana, asegura que desde abril envió cartas a la dirección de la Autoridad de Tránsito Municipal de Guayaquil (ATM), pidiendo que se revise la decisión de dejar sin el servicio de bus a un sector que abarca 83 hectáreas y que reúne a la ciudadela El Cóndor y a la cooperativa de viviendas Justicia Social. “No me han respondido nunca”, dice Cedeño.

Cada día los vecinos de estos conjuntos habitacionales emprenden el largo desfile hasta la Francisco de Orellana, por donde cruzan los buses que viajan hacia el centro de la urbe.

Los vehículos de la línea 88 pasaron a la 63-Orquídeas.

No es el único que se queja. Rita Reyes Valencia, una abogada, considera que cuando se suspendió el servicio de la cooperativa Maranatha, se dejó al barrio sin ninguna ruta. “La ATM ha sido desconsiderada con las personas que habitamos en esta zona”, dice esta guayaquileña, quien cada día está obligada a cumplir una larga caminata por un bus.

“Pagar cada día de cinco a seis dólares por el viaje de ida en taxi, y el doble si se paga el regreso, es algo que mi economía y la de los vecinos no aguantaría”, agrega.

Tres líneas de transporte circulan por avenidas como la Guillermo Cubillo Renella, Base Sur y José Luis Tamayo (47, 92 y 84), pero solo una de ellas va directo al centro. Las otras dos llegan primero a la terminal terrestre.

Los habitantes de El Cóndor, Los Shyris y Justicia Social piden que se determine que una de las tres líneas ingrese a sus sectores. Ellos prefieren que sea la línea 47, que viaja directo al centro.

“Es un largo viaje, una perdedera de tiempo y además de eso debes caminar mucho para coger el bus”, coincide Floresmilo Castillo Herrera, un taxista desocupado de 73 años.

No es solo la distancia, sino el riesgo de sufrir asaltos, especialmente en las noches.

Una consulta realizada por EXPRESO a la ATM, sobre la posible solución del pedido de los vecinos, no obtuvo respuesta. El Departamento de Prensa respondió que el jefe de Transporte, Fernando Amador, se encontraba fuera del país.

Todos recuerdan el recorrido de la línea 88. Ingresaba al barrio por la avenida Tiwintza y hacía un recorrido en forma de ‘S’. Un trayecto de 3,7 kilómetros que ahora ellos deben cubrir, pero caminando, aunque no por ello se han resignado. “Yo por lo menos seguiré insistiendo”, asegura Eduardo Cedeño.