Julieta Sagnay ha dedicado veinte años de su vida a la tarea de tratar a adictos. Tiene una especialización en Psiquiatría y Adiccionología y sus primeros pasos en la rama fueron en el Instituto de Neurociencias de Guayaquil.

Cuando era estudiante de Medicina, pudo acercarse a jóvenes pandilleros que presentaban problemas de adiciones. “Empecé a escuchar sus vidas, sus historias... Tenían muchos trastornos”, cuenta esta médica, elegida como doctora del año en pandemia, por su labor con jóvenes en rehabilitación.

Luego de graduarse, tuvo la oportunidad de viajar a Estados Unidos. Allí conoció a rusos que estuvieron en la posguerra y que habían desarrollado adicciones. Sintió el llamado.

Sagnay había sido cirujana y hasta ginecóloga, pero su cercanía con estas experiencias le dieron la convicción de que quería ser psiquiatra. Psiquiatra de adictos, a quienes llama “ángeles de una sola ala” y con quienes trabaja para “eliminar el estigma” que la sociedad impone.

Actualmente trabaja en el Hospital Bicentenario, como directora del programa Por un futuro sin drogas, que ya cuenta con más de 10.000 pacientes atendidos.

“Muchos políticos vieron mi proyecto como bonito, pero no rentable, y es verdad que de diez adictos solo uno se recupera completamente, pero por ese uno todo vale la pena”, defiende.

De su experiencia, se queda con el agradecimiento que muestran las personas a quienes ayuda.

“Mi mayor logro es recuperar vidas”, dice. La hace feliz, también, que este proyecto ya están queriendo replicarlo en otras ciudades del Ecuador.

La doctora Sagnay casi muere por COVID-19. Dice que si no pasó, sabe que fue porque debe seguir ayudando a sus pacientes. Y así promete hacerlo.