Ese pasado no volvera

El sainete es la pieza dramática divertida, de carácter popular, que se representaba en un acto como intermedio de una función teatral o al final de ella.

El Ecuador del pasado (los diez años del correato) vivió el sainete denominado Revolución ciudadana.

El drama de la pérdida de las libertades, el desmesurado endeudamiento, la persecución y judicialización por pensar diferente, eran matizados semanalmente con el “humor ácido” de quien prevalido del poder, insultaba, denigraba y ridiculizaba a cuanto ser humano se le venía en gana. Representación burda disfrazada de expresión popular, a través de la concurrencia obligatoria de burócratas compelidos a aplaudir y reír, según el antojo del “cacique”.

Frases como “se les acabó la fiesta”, haciendo alusión a los excesos de poder y actos de corrupción de los que bautizó como “partidocracia”, resultarían en la actualidad insuficientes para describir los excesos y latrocinios que se cometieron en la “década robada” por aquellos que la convirtieron en la “teletón del lleve”. Diez años jugando a ser ricos con dinero ajeno, quebrando instituciones; ahora para salvarlas nos están pasando el sombrero a todos vía impuestos.

Resulta que, según nota periodística del Diario El Comercio de fecha 20 de marzo del 2017, la deuda pública del Ecuador, ascendía al monto de $ 39.883’000.000 de dólares, es decir, más de seis y media veces lo que fue el feriado bancario de 1999.

Pero tenemos carreteras y megaobras dirán “algunitos”. Lo que no dicen es que unas se caen a pedazos y otras se encuentran inconclusas, con sobreprecios que no soportan justificación alguna. El gran “milagro” económico ecuatoriano, resultó ser la gran farsa y el “jaguar” mutó en “rata”.

La corrupción de la “década robada” no admite presentación, como tampoco lo admite que quienes fueron parte de ella convoquen a una marcha, que no es más que en favor de Correa y todo lo que significó su gobierno: abusos sin límites, endeudamiento demencial y corrupción rampante. A ellos el Ecuador entero les dice por calles y plazas, que ese pasado no volverá.