Guerra. Los invasores ibéricos, al mando de Sebastián de Benalcazar, se encontraron con el guerrero Pansaleo en su deseo de llegar a Quito.

El escenario evoca la etapa historica del cacique Tisaleo

En Tungurahua, con disfraces y representaciones se revivió la resistencia indígena. Ocho priostes organizaron el Inga Palla, una expresión cultural y religiosa.

Todo parece real. La vestimenta y el escenario evocan aquella época de la historia en que el cacique Tisaleo se enfrentó a 200 españoles, apoyado por 11 mil cañaris, en su avance hacia el Reino de Quito. El objetivo de la tropa invasora era apoderarse de los tesoros incas, y el valiente Tisaleo al mando de 12 mil guerreros trató de evitarlo, cuenta Víctor Hugo Navas, historiador tisaleño.

Esta guerra que ocurrió hace 483 años es escenificada en Tisaleo, cantón de Tungurahua, la segunda semana de cada octubre. La fiesta congrega a cerca de 4 mil personas voluntarias que hacen de actores y actrices. Se visten de cada personaje.

La fiesta de este año contó con la participación de ocho priostes que fueron los encargados de preparar la fiesta del Inga Palla, una manifestación cultural, ancestral y religiosa.

El festejo es la representación viva de la batalla entre las tropas españolas contra los indígenas liderados por el cacique Tisaleo, el jefe de la tribu indígena, que este año estuvo representado por Wady Ramos, quien enfrentó a los capitanes y tropas de Germán Cañar, Fernando Yugcha, Alexis Yugcha, Guillermo Uriarte, Jorge Lluglla y Mario Garcés, que caracterizaron al mando español.

Todos estos festejos de la fiesta ancestral del Inga Palla, forman parte del culto a Santa Lucía, patrona de la vista del cantón.

Hay mujeres adolescentes y adultas que llevan trajes de las princesas del sol, pajes, ángeles, militares y guardaespaldas que van sobre caballos.

Según Jaime Villacís la batalla rememora los hechos de la conquista española, quienes llegaron para evangelizar a los habitantes del nuevo mundo y también someterlos en la esclavitud.

Rodrigo Garcés, alcalde de Tisaleo, informó que buscan que la fiesta quede en la memoria de la población y para ello comenzarán el proceso con los niños. Aseguró que de aquí a diez años esperan que sean los niños, los que impartan ese conocimiento y organicen las fiestas que son parte de la cultura del cantón.

El historiador Víctor Hugo Navas aseguró que es a partir de los 30 años que en el cantón hacen conciencia de lo que representa el Inga Palla. Navas mencionó que antes solo diez personas, como máximo, conformaban la tropa del cacique Tisaleo.

Ahora muchos más se interesan y llegan hasta 300 personas. Para Hernán Beltrán, vicepresidente del Comité de Fiestas del Culto de Santa Lucía, dijo que esas recomendaciones las realizó el Instituto de Patrimonio y durante un año han trabajado para, en conjunto con las autoridades municipales, incentivar en la enseñanza. Las autoridades mencionaron que dialogarán con las autoridades provinciales del Ministerio de Educación para incentivar sobre la importancia de mantener vivas las tradiciones ancestrales.

El público llegó de todo el país

El público disfruta la escena. Llegan de diferentes lugares del país para ser parte de la historia que es contada por los vecinos de Tisaleo y sectores aledaños. Jorge Llugsa, uno de los priostes, participó con 300 personas.

Al final de la celebración, que fue de tres días, los priostes agradecen a los participantes con comida y ofrendas. El eje principal de la fiesta es la escenificación de la batalla y la misa en honor a la Virgen de Santa Lucía.

Según los priostes, llevarán estas enseñanzas a las aulas.