No eliminar al mensajero
William Shakespeare en una de sus obras decía: “No mates al mensajero”, haciendo alusión a no eliminar a quien lleva el mensaje o noticia que no desea oír el destinatario; el cual, como medio de autodefensa, elimina al mensajero en lugar de afrontar la realidad del mensaje.
En los gobiernos de corte absolutista-fascista, se puede apreciar, “figurativamente”, la práctica de dicha frase; encontrándola cuando estos, culpan a los medios de comunicación por traer noticias “inconvenientes” sobre actos o personas vinculadas de manera directa o indirecta con el poder en funciones. La fórmula más comúnmente utilizada para “eliminar al mensajero”, es la judicialización contra el portador de la noticia “inconveniente”.
En el Ecuador de la última década, son múltiples los ejemplos que se pueden citar, en los cuales en lugar de desvirtuar el hecho imputado, se ataca al mensajero; ejemplo de aquello lo encontramos en los días posteriores a los últimos comicios, donde ante la discrepancia de los resultados entre una prestigiosa encuestadora y los del CNE, vimos como respuesta del gobierno, la consabida acción policial y judicial contra los funcionarios y bienes de dicha empresa; en lugar de dar paso a la práctica de los recursos necesarios para lograr la transparencia anhelada por la mayoría de la ciudadanía. Otro ejemplo reciente, es el ataque verbal contra periodistas y medios de comunicación, no alineados con el gobierno.
En el pasado reciente, echando una mirada retrospectiva, a los “supuestos” actos de corrupción, de los casos ODEBRECHT y el denominado “PETROCORRUPCIÓN”, que generaron los denominados “CAPAYA LEAKS”; en los cuales, ante la “imposibilidad aparente” de poder desvirtuar dichas acusaciones, se dedicaron a desviar la atención, manifestando que la culpa de todos los males era de los Banqueros de apellido Bíblico, hoy en el exilio. Igual fórmula aplicaron ante los denominados “PRIMO LEAKS”, referente a las acusaciones y revelaciones realizadas por Pedro Delgado.
Lo que se requiere señores, es enfrentar el contenido del mensaje, en lugar de eliminar al mensajero.