Elecciones en EE. UU. y Obama

Existe expectativa por las próximas elecciones en los Estados Unidos; aquello se explica por la gravitación de dicho país a nivel mundial. Millones de televidentes escucharon los poco convincentes debates entre los aspirantes a ocupar la presidencia, lo que no favorece la democracia, que requiere ser robustecida constantemente con buenos actores políticos.

El candidato republicano Donald Trump se convirtió en jefe de campaña de la candidata Hillary Clinton por sus opiniones histriónicas, que han buscado desacreditar el proceso electoral. Calificó de corruptos a los medios de comunicación, cuestionó irreflexivamente acuerdos comerciales con otros países, ofendió prejuiciadamente a inmigrantes latinos y musulmanes. Sin propuestas coherentes perjudicó a su partido político, que se hubiera favorecido con el natural anhelo de alternancia que subyace en la conciencia social. Sus desvaríos descalifican sus aspiraciones, llegando a tratar de avergonzar a su rival por algún error conyugal de su esposo, acusaciones impropias de un verdadero varón. Esta actitud, unida a comentarios lascivos sobre mujeres, provocó la lógica solidaridad de género, incluyendo a la esposa del presidente Obama. Él se incorporó decididamente a la campaña, potenciando la candidatura de su coidearia, que de representante del “establishment”, termina siendo la opción menos incierta para los votantes, pese al grave error de usar como secretaria de Estado su correo personal para asuntos oficiales.

Barack Obama, primer afroamericano en llegar a la Casa Blanca, exhibe incuestionables logros: fortaleció al dólar, ha disminuido a la mitad la tasa de desempleo, apoyó sin distingos a emprendedores que trabajan y crean empleos, amplió significativamente el seguro médico, ha respetado leyes e instituciones, ha defendido la libertad de expresión, regresó al seno familiar a muchos soldados que combatían en otros países. Su gestión es un gran aporte a la candidata demócrata. En el Ecuador, que también tendrá elecciones, iguales indicadores socioeconómicos reflejan cifras desfavorables para los ecuatorianos.

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