Editorial: La quema de los “anos viejos”
Hoy termina el 2019, y los ecuatorianos están ahora concentrados en la quema de los “años viejos”, tradición nuestra, que ha tenido variaciones con el paso de los años.
Quienes ya pasamos algunas décadas recordamos que, en nuestra juventud, había la costumbre de que el sencillo muñeco se lo elaboraba en casa, rellenando viejas pijamas de nuestros mayores con paja o aserrín. Lo único que se compraba era la careta barata, que generalmente representaba a la figura política más repudiada de entonces, nacional o internacional, o simplemente a un viejo.
La tarde del 31 de diciembre salíamos los amigos del barrio a recorrer sectores aledaños a nuestros domicilios y pedíamos “una caridad para el año viejo”. Uno de ellos llevaba un tarrito de lata donde depositábamos las limosnas, y el más “avispado” se disfrazaba de “viuda” fingiendo llorar, todo dentro de sanas intenciones de pasar momentos alegres.
A la medianoche quemábamos al “viejo” y decíamos que, para tener buena suerte el próximo año debíamos saltar sobre la fogata.
A mediados del siglo anterior nuestra juventud era sana, no se conocían las drogas. Eso quedaba “para los marihuaneros”, que eran la escoria de la comunidad. Otros tiempos...