Ecuatorianos, unamonos

La hora aciaga que estamos viviendo como consecuencia de los desaciertos y de las equivocaciones de “buena fe” (¿?) de quienes gobernaron nuestro país durante los últimos diez años, constituye un imperativo categórico para que nos unamos por encima de ideologías -si es que estas existen-, de egoísmos y de ambiciones personales. Es el momento de que formemos un gran frente nacional para ir a la recuperación del Ecuador de paz del que siempre nos hemos jactado, pero que empieza a perderse por obra de terroristas, de viles traficantes de droga.

Cuando la patria está en peligro, lo único que la puede salvar es la monolítica unión de sus hijos. La historia está preñada de ejemplos que avalan esta afirmación. Junto con esta sólida unión, el Gobierno nacional debe comprender que con el crimen no se negocia; el Estado no puede transar con los mercaderes de la muerte. Debe comprender, igualmente, que el minuto que vivimos exige la presencia de los más destacados valores humanos para que aporten con sus experiencias y con ellos se conforme un gabinete de unidad nacional, a fin de enfrentar el peligro que nos acecha, con solidez y con frontalidad, para llegar a lo que ha afirmado el presidente Moreno: la derrota a los cobardes y a los traficantes de drogas. Asimismo, hay que buscar por todos los medios a nuestro alcance la colaboración internacional de organismos con experiencia en la lucha contra el terrorismo, sin entrar en consideraciones de tipo ideológico, porque este no es un problema de ideologías, sino de nuestra supervivencia, que a gritos pide que se actúe con pragmatismo. Debe escucharse el criterio de estrategas nacionales y extranjeros que han dejado oír sus voces en el sentido de que este grave problema no puede ser manejado por el Ministerio del Interior, sino por el de Defensa, junto con las Fuerzas Armadas y con verdaderos organismos de seguridad, que no actúen como la Senain que solo persiguió a los opositores al régimen de Correa.

La situación por la que atraviesa el Ecuador no es un juego de niños, exige la unión de todos los ecuatorianos, sin distingo de naturaleza alguna.