Ecuador aspira a que bioeconomía represente el 20 % del PIB en varios años

Ecuador aspira a que bioeconomia represente el 20 % del PIB en varios anos

El proceso ya está contemplado en la Estrategia Nacional de Biodiversidad y apuntó que lo que buscan es “darle impulso” e implementarlo.

Ahora, la bieconomía solo representa en torno al 10-11 por ciento del PIB ecuatoriano.

Ecuador aspira a que la bioeconomía, ese concepto mediante el cual la gestión ambiental se inserta en la matriz productiva de una sociedad, represente “en unos cuantos años” el 20 por ciento de su producto interno bruto (PIB), según el ministro de Ambiente, Tarsicio Granizo.

“Queremos llegar a que la bioeconomía, en unos cuantos años, sea el 20 por ciento del producto interno bruto de este país, porque es una de las herramientas más importantes para salir del extractivismo”, comentó sobre el peso que tiene actualmente la extracción de recursos naturales en la alicaída economía local.

Ahora, la bieconomía solo representa en torno al 10-11 por ciento del PIB ecuatoriano.

Granizo, que lidera el Ministerio desde mayo pasado, cuando asumió el poder el actual presidente Lenín Moreno, dijo en una entrevista con Efe que quieren continuar y reforzar las gestiones de la administración anterior, pero “dar ese salto hacia la bioeconomía”.

El proceso ya está contemplado en la Estrategia Nacional de Biodiversidad y apuntó que lo que buscan es “darle impulso” e implementarlo.

“Es el momento de dar el salto hacia este nuevo tema de la bioeconomía porque ya no queremos ser el Ministerio que, solamente, prohíbe cosas y que conserva, y que lo ha hecho bien, sino también el Ministerio que promueve y propone cosas nuevas y que se inserta en la matriz productiva del país”, dijo.

Entre los ejes de la bioeconomía está el reto a mediano y largo plazo, que es la biotecnología en todas sus formas: “esos análisis más a nivel molecular que permiten desarrollar productos biomédicos, cosméticos, alimenticios, colorantes, etcétera”.

En el eje de corto y mediano plazo, mencionó el utilizar productos de la biodiversidad, que no sean moleculares o genéticos y que puedan ser comercializados “de forma sostenible”.

Como ejemplo indicó que hay un laboratorio que produce ranas en cautiverio y que vende cada una a 500 dólares a coleccionistas privados en el extranjero y zoológicos, entre otros clientes.

Asimismo, se puede dar un valor agregado para la artesanía con productos naturales que permita venderla a buen precio.

De 55 años y biólogo de formación, Granizo añadió que la bioeconomía también puede aplicarse para convertir la basura en “un buen negocio” de forma que la gestión de residuos genere recursos en lugar de gasto.

En ese sentido, mencionó la fabricación de abonos orgánicos o incluso convertir el residuo orgánico del prensado de la caña de azúcar en “pellets”, es decir, pedazos de bagazo que mediante un proceso físico-químico se convierten en pequeñas bolas como de carbón para la combustión en calderas industriales.

El ministro advirtió que el país ha importado en los últimos años cremas y aceites esenciales “que podrían haber sido elaborados en Ecuador”, por un valor de millones de dólares anuales.

Conocedor de que esta transformación requiere inversión, apuntó que, precisamente, el rol del Estado es identificar dónde se requieren inversiones y que estas, además, favorezcan a los más pobres.

“Los primeros objetivos de la bioeconomía tendrán que ser esas poblaciones pobres que viven en o alrededor de las áreas protegidas”, dijo.

En este proyecto el ministro necesita “convencer” aún no solo a sus colegas ministros de la Producción y del Sector Industrial, entre otros, sino a quienes dan los fondos para emprendimientos productivos a fin de dar impulso a otras ideas, como un manejo más elaborado de la tagua para lograr una artesanía de alta calidad.

Asimismo, recordó que la mayoría de peces de acuario que se comercializan en el mundo “son amazónicos porque ahí están los peces de agua dulce, de colores”.

En este sentido, plantea la idea de promover una explotación sostenible con vedas, regulaciones y controles, “que va a beneficiar a las poblaciones amazónicas que viven al lado de los ríos”.

“Aquí, para soñar hay mucho”, señaló Granizo que reconoció que aplicar completamente la bioeconomía es “difícil” porque requiere un cambio de mentalidad, empezar a repensar el modelo de desarrollo, los modelos productivos que se aplican, “empezar a realmente entender qué es esto de salir del extractivismo”.

El ministro aseguró que “hay voluntad política” de parte del gobernante para el desarrollo de la bioeconomía, y aseguró que “un montón” de organizaciones de la cooperación internacional “están absolutamente convencidas” de que “por ahí es el futuro”.

“Es un proceso lento, pero no imposible y absolutamente factible”, concluyó.