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Ecuador: una alta publicación científica, pero poco citada

¿La investigación nacional es poco relevante? Académicos consultados lo descartan y alegan que hay múltiples factores que se deben considerar,

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El Laboratorio de Biomedicina de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES Biolab). Los centros académicos privados aportan a la investigación científica.Cortesía UEES

Ecuador está entre los diez países de América Latina con más alto número de publicaciones científicas. Sin embargo, en esa lista que reúne a 48 estados y territorios del continente, también se ubica entre los últimos diez por el número de citas. Es decir, por la cantidad de veces que esos estudios y resultados son utilizados y compartidos por otros investigadores del país o del exterior.

¿Significa eso que la alta cantidad de documentos científicos que ha producido el país, sobre todo en los últimos años, no tiene suficiente relevancia para ser considerada de utilidad o de interés para los investigadores de otras partes del mundo o para la sociedad?

Así parece asumirlo el Consejo de Evaluación de la Calidad de la Educación Superior (CACES), encargado de la evaluación a las universidades y escuelas politécnicas del país. En una entrevista reciente con EXPRESO, el titular de ese organismo, Juan Manuel García, anticipó que prevé incluir ese tema en el modelo de evaluación del próximo proceso.

“También voy a poner en el modelo las citaciones de cada paper o documento científico. Hay redes completas de gente que publica cinco o seis artículos con uno al año y nadie los cita. Entonces, para qué quiero eso”, expresó García esa vez.

Las cifras del cuadro adjunto, tomadas del portal web de Scimago Journal Rank, una empresa estadística que mide la influencia de las revistas académicas y científicas, según el número de citas en otros medios y periódicos o revistas de importancia, parecen darle la razón al titular del CACES.

Allí se refleja el aparente contraste de una considerable producción a nivel regional, frente a un bajo índice de citas.

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No obstante, académicos consultados por este Diario coinciden en negar que en el país haya investigación poco relevante y piden tomar con reservas estos indicadores.

Advierten que hay diversos aspectos que pueden sesgar los datos estadísticos. Por ejemplo, la influencia de revistas científicas internacionales de alto impacto y de bases de datos especializadas como Scopus, a las que a un investigador nacional le resulta difícil acceder. De igual forma, la prevalencia de las publicaciones en inglés sobre las de los demás idiomas.

En contrapartida, la mayoría de investigadores extranjeros prefiere buscar y citar esas publicaciones, relegando a las que estén fuera de esas bases de datos o con esas características.

En esas revistas, que son privadas, hay artículos científicos que hay que pagar para poder descargarlos y leerlos”, resalta el biólogo Vallardo Villegas.

Son poco citadas porque la comunidad a la que podría interesarle no tiene acceso fácil a ellas. Todo esto puede incidir en que los artículos nacionales tengan pocas citas y los puede hacer parecer como de poca pertinencia.

Vallardo Villegas

Con años vinculado a la gestión de los procesos de investigación como funcionario de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt), aunque ahora es Coordinador Zonal, Villegas dice hablar a título personal cuando afirma que no hay investigación irrelevante en el país.

A su criterio, lo que falta es conexión con el sector público y privado para concretar la transferencia de conocimientos. Lo explica con dos ejemplos: la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol) tiene un proyecto de cultivo de ostras en cautiverio; y la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil (UCSG) uno de desarrollo de ecomateriales hechos con caña guadua, que ya suma diez patentes. Sin embargo, ninguna entidad pública o privada se ha interesado en aprovechar esas iniciativas para industrializarlas o para viabilizar que la sociedad se beneficie de ellas.

Por ello, además de coincidir en los sesgos de los indicadores de publicaciones y citas, al coordinador de Producción Académica del Decanato de Investigación de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), Diego Cisneros, le preocupa que alguna entidad pretenda determinar qué investigación es relevante y cuál no.

Cita el caso de los estudios para vacunas basadas en ARN, que durante años fueron relegados y considerados inútiles, pero gracias a que hubo investigadores que persistieron y siguieron trabajando en ellos, ahora son los que están siendo utilizados en el mundo en la lucha contra la COVID-19.

Agrega que algo similar ocurrió en la USFQ con el Instituto de Microbiología, cuyo trabajo por años nunca estuvo entre los de más visibilidad, pero esa labor previa fue lo que este año le permitió realizar la secuenciación de genomas del virus que circulan en el país y aportar con ello al estudio mundial de esta enfermedad.

Hay que entender que es imposible que la calidad de la investigación se pueda encerrar en unos cuantos números que son los índices.

Diego Cisneros

Además, basado en su experiencia como investigador -es doctor (PhD) en Geografía-, acota que las citas de los artículos no se miden en un año, sino en un periodo de tres a cinco años. “Estamos en un tercio de que algunas publicaciones sean citadas”, afirma.

La coordinadora y fundadora de la Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas (Remci), Patricia Castillo Briceño, también empieza por advertir que hay “un cierto sesgo” en las citas de la literatura científica.

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Pero a la vez considera que esos indicadores “sí nos deberían hacer pensar en el impacto que estamos generando”.

Castillo diferencia entre publicar un nuevo conocimiento y hacer solo una revisión de estos o ‘reviews’; y se pregunta si quizás estamos publicando mucho más de los segundos.

También cree necesario analizar hasta qué punto esas publicaciones hechas por ecuatorianos son asignadas al país sede de la universidad o institución que la auspicia. Alude a los becarios nacionales de maestrías y doctorados que realizan sus investigaciones en el exterior.

Por todo ello, la doctora (PhD) en Biomedicina y catedrática universitaria afirma que el número de citas es un buen indicador de la relevancia de la investigación, pero que no debería ser el único.

PreocupaciónInvestigadores y académicos consultados advierten del riesgo que implicaría considerar solo el índice de citas para determinar la relevancia de una investigación.

UNA TENDENCIA A LA BAJA

 Si bien al igual que los otros consultados por este Diario. Patricia Castillo Briceño advierte de entrada de que “hay un cierto sesgo en las citas de la literatura científica”, por lo que hay que tomarlas con reservas, también indica que esos datos no solo se mantienen en los últimos tres años, sino que parecen acentuarse.

Así, mientras entre 2017 y 2019 Ecuador se mantuvo entre los primeros diez países de América Latina en número de publicaciones; por número de citas pasó de la mitad de la lista de 48 estados y territorios de la región en 2017, al grupo de los últimos diez en 2019.

La fundadora y coordinadora de la Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas (Remci) recuerda que en los últimos dos años, las universidades, que son el principal espacio donde se realiza investigación científica en el país,  han sufrido importantes recortes presupuestarios.

Lo cual, sumado a la reducción del tiempo que los docentes pueden dedicar a la investigación, afectará inevitablemente la cantidad y calidad de los trabajos.