
Tensión al límite entre China y EE. UU. por nuevos aranceles
China advirtió que no retrocederá ante las nuevas sanciones de Estados Unidos y promete defender sus intereses económicos
China reapareció este martes con una postura firme: aseguró que está dispuesta a luchar “hasta el final” en la gira comercial frente a Estados Unidos, luego de que Donald Trump anunciara un nuevo arancel del 100 % sobre los productos chinos. Esta declaración pone fin a una tregua frágil entre ambas potencias y ha sacudido los mercados, al reavivar temores de una escalada abrupta en el conflicto económico entre las dos mayores economías del mundo.
Beijing responde con sanciones y tarifas
La respuesta de Pekín no tardó en concretarse: desde este martes, impone tasas especiales a los buques estadounidenses que operen en sus puertos, como contraparte a medidas similares de Washington que entran en vigor simultáneamente. Además, el Ministerio de Comercio chino anunció sanciones contra cinco filiales estadounidenses del astillero surcoreano Hanwha Ocean, acusadas de colaborar con Estados Unidos en investigaciones que desencadenaron los gravámenes aplicados en abril. Con ello, China busca proyectar que no cederá ante presiones externas y que defenderá sus intereses estratégicos con determinación.
El discurso oficial fue directo: “si quieren luchar, lucharemos hasta el final; si quieren negociar, nuestra puerta sigue abierta,” aseguró un portavoz del ministerio. Este mensaje combina advertencia y apertura, señal de que Pekín no pretende aislarse, sino mostrar que su disposición al diálogo existe, siempre que las condiciones sean equitativas. En su defensa, explicó que los controles sobre las llamadas tierras raras —metales esenciales para baterías, semiconductores y nuevas tecnologías— son medidas legítimas para supervisar sus exportaciones conforme a sus leyes.
La ofensiva arancelaria de Trump tensiona los mercados
Desde Washington, la jugada de Trump —que incluye también restringir exportaciones de software crítico a partir del 1 de noviembre— ha generado fuerte inquietud. Aunque él amenazó con cancelar una reunión pendiente con Xi Jinping ante la escalada, otros miembros de su administración, como el secretario del Tesoro, sugirieron que el arancel del 100 % podría retrasarse hasta después de un eventual encuentro bilateral. En otras palabras, la retórica bélica no descarta aún nuevas negociaciones diplomáticas.
Pese al clima de confrontación, las estadísticas chinas brindan un respiro al gobierno: las exportaciones del país crecieron un 8,3 % interanual en septiembre, el ritmo más alto desde marzo, y los envíos hacia Estados Unidos subieron 8,6 %. Estos datos indican una capacidad de resistencia comercial en medio de la tormenta arancelaria, lo que fortalece el discurso oficial de que China no será fácilmente doblegada ni por las sanciones ni por las amenazas.
Una disputa que redefine el equilibrio económico global
De hecho, el conflicto está adquiriendo dimensiones políticas y estratégicas más amplias. China reclama que Estados Unidos no puede al mismo tiempo invocar el diálogo y amenazar con nuevas medidas —“esa no es la forma adecuada de relacionarse con China”, advirtió el portavoz. Al mismo tiempo, las repercusiones globales ya se están sintiendo, con mercados nerviosos y analistas que advierten que una confrontación prolongada podría fragmentar cadenas de suministro, afectar la inversión y alterar el equilibrio del comercio mundial. En ese contexto, el pulso entre Beijing y Washington podría definir el rumbo de la economía internacional en los próximos meses.