Oferta. Un hombre vende dátiles y miel en una tienda en Doha, decorada con retratos del emir de Catar, Sheikh Tamim bin Hamad al-Thani (i) y su predecesor Hamad bin Khalifa al-Thani.

Drama en catar por la escasez de dolares y pollo

La ausencia de divisas y de algunos alimentos esenciales están generando un estado de pánico en el pequeño país del golfo Pérsico, bloqueado por sus vecinos

Ángeles Espinosa

Especial para Expreso

Ni dólares, ni pollo”, suspira la filipina Anita ante el quinto cambista que le dice no tener divisas. Un cartel lo advierte en la ventanilla, pero ella ha querido cerciorarse. No necesita saber que una agencia de calificación de riesgos ha rebajado la nota de Catar para intuir que le conviene proteger los ahorros que estaba guardando para su viaje a casa este verano, sus primeras vacaciones en dos años. Ayman, el empleado egipcio que la atiende, simpatiza con ella. Aunque Doha ha dicho que no va a expulsar a los 300.000 egipcios que trabajan en el emirato, se ha quedado sin embajada, vuelos directos o forma de transferir dinero a su familia.

Los cataríes se quejan de que Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos (EAU) los están sometiendo a un bloqueo desde que el 5 de junio cortaron relaciones diplomáticas con su país. Pero los efectos inmediatos también se están dejando sentir entre los extranjeros que suponen el 90 % de los 2,7 millones de habitantes del pequeño Estado del golfo Pérsico. En algunos casos, se trata de verdaderos dramas familiares.

J. al M. es un profesor universitario emiratí que acababa de recibir un ascenso en su departamento. Aunque la oferta sigue sobre la mesa, sus compañeros le han aconsejado que regrese a Emiratos porque, de quedarse, podría llegar a perder la nacionalidad. El problema es que su esposa, palestina, carece de pasaporte. Hatum al Fassi, la conocida feminista saudí, también se enfrenta a una situación parecida. Volver a su país antes de que venza el plazo de dos semanas que han dado las autoridades de Riad y Abu Dhabi, significa no solo quedarse sin trabajo, sino que sus hijos pierdan los exámenes finales y el curso.

“La ausencia de divisas y de algunos alimentos es fruto de la inicial reacción de pánico más que de verdadera escasez”, apunta un analista, convencido de que los cambistas guardan reservas de moneda extranjera. Los estantes de los supermercados, que se vaciaron tras conocerse el castigo de los vecinos, vuelven a estar llenos, aunque falten productos concretos, como los lácteos del gigante saudí Almarai o el pollo traído desde EAU.

Catar, un país desértico, importa el 90 % de sus alimentos, y como en el caso de los materiales de construcción, lo hacía en gran medida a través de la frontera terrestre con Arabia Saudí y del puerto emiratí de Yebel Ali, donde las mercancías eran trasladadas a barcos más pequeños. La primera está cerrada y el segundo ha dejado de dar servicio a los navíos procedentes o con destino a Doha. Las autoridades cataríes se han apresurado a poner en marcha un plan de seguridad alimentaria y buscar fuentes de abastecimiento alternativas. Aseguran tener reservas para 10 meses. Ya han llegado a los súper nuevas marcas turcas.

“Mira qué oportuno”, señala un residente sirio mientras muestra una foto de un estante lleno de huevos Al Badailah (los alternativos, en árabe), “es la primera vez que los veo”.

Al parecer, Qatar Airways ha suspendido el traslado de caballos que realiza en esta época del año para dedicar los aviones a importar suministros. Anécdotas aparte, nadie sabe cuánto dinero ha salido del país en estos días, o cuánto está costando mantener el abastecimiento. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha dicho que es demasiado pronto para estimar el impacto del daño. De momento, las exportaciones de gas natural licuado (LNG), la fuente de la riqueza de Catar, no se han visto afectadas, según los analistas.

La aerolínea de bandera es el ejemplo más visible del perjuicio, justo en un momento en que como el resto de la zona pasaba por un bache por la caída de los precios del petróleo. El cierre del espacio aéreo de sus vecinos (Bahréin en el noroeste, Arabia Saudí en el sur-suroeste y EAU en el este) solo le deja un estrecho corredor de salida hacia Irán, en el norte. Al dolor de cabeza de reorganizar el tráfico aéreo, se suma el coste extra de combustible por el obligado rodeo para llegar a sus destinos en Europa y la cancelación de todos los vuelos con esos países (más Egipto), 70 en total según Al Jazeera.

El primer golpe también ha afectado al turismo. Los saudíes, principal mercado de la estrategia catarí que busca distanciarse del modelo Dubái, han cancelado sus reservas para el Eid, los tres días de fiesta con que se pone fin al mes de ayuno de Ramadán. Pero la preocupación va más allá de las próximas semanas. Con el Mundial 2022 en el horizonte, las obras no pueden retrasarse y si la crisis continúa, terminará habiendo desabastecimiento.

Los contratistas están especialmente intranquilos. El Ministerio de Obras Públicas los ha convocado para elaborar un plan logístico alternativo. “Nos han pedido nuestras necesidades semanales de materiales para varios meses”, confía una fuente que, como la mayoría de los consultados, pide guardar el anonimato. Esos preparativos apuntan a que el problema va para largo. “Aquí se importa todo: tubos, acero, bitumen, cables eléctricos... Las rutas alternativas significan retrasos en los envíos y sobre costes”, explica. Las empresas estudian medidas legales aduciendo “fuerza mayor” por el cambio en las condiciones, pero de momento las autoridades niegan que haya problemas.

Resulta evidente que, de prolongarse, el aislamiento económico y diplomático no solo afectará al prestigio y las ambiciones de Catar sino a todos los negocios con operaciones regionales, tal como advierte la consultora Control Risks.

Un puente aéreo para trasladar 4.000 vacas

Cuando el pasado día 5 Arabia Saudí cerró su frontera, la única terrestre con el emirato, para las diez de la noche ya no quedaba leche fresca en la mayoría de los supermercados de Doha. No solo ese paso era la vía de entrada de un 40 % de los alimentos que importa Catar, sino que la mayoría de los lácteos que consume procedían hasta entonces de la famosa explotación lechera Al Marai de Arabia Saudí.

Mientras las autoridades buscaban fuentes alternativas de abastecimiento, un hombre de negocios catarí, Moutaz al Khayyat, que preside el conglomerado de empresas Power International Holding, vio la ocasión de acelerar la granja que estaba acondicionando a 50 kilómetros al norte de Doha. Así que ni corto ni perezoso adelantó la compra de 4.000 vacas Holstein en Australia y Estados Unidos, y encargó a Qatar Airways que se las transporte hasta el emirato, según contó a la agencia Bloomberg. Antes de la emergencia, el viaje estaba previsto por barco.

Pero la muestra de desafío y sentido de la oportunidad de Al Khayyat ha superado lo previsible. Trasladar a los animales supone un verdadero puente aéreo. A casi 600 kilos por cabeza, Qatar Airways tendrá que hacer 60 vuelos para llevarlas a todas a su nuevo hogar, una explotación ganadera de 70 hectáreas que ya produce carne y leche de oveja y donde se estaban preparando los establos para los bovinos.

Su objetivo es llegar a cubrir un tercio de la demanda total del país para mediados de julio. Pero también tiene un coste: el precio del traslado de las vacas se ha multiplicado por cinco hasta alcanzar los 7,15 millones de euros. Si la crisis se prolonga, es posible que recupere lo invertido antes de lo previsto.