A la espera. Trabajadores de los locales esperaban la mañana de ayer una solución a la clausura.

Dos dias sin shawarmas

Desorden en la vía pública, ubicación de mesas y sillas en las veredas y letreros que incumplen las normas impuestas por el Cabildo fueron el detonante de una clausura que, según declaró a EXPRESO el director de Justicia y Vigilancia del Cabildo, Xavie

Blanca Moncada, Ronald Soria

Desorden en la vía pública, ubicación de mesas y sillas en las veredas y letreros que incumplen las normas impuestas por el Cabildo fueron el detonante de una clausura que, según declaró a EXPRESO el director de Justicia y Vigilancia del Cabildo, Xavier Narváez, ya había sido anunciada a los administradores de los locales de shawarma de la calle Guayacanes, en Urdesa central.

Ellos, quienes niegan que la entidad les avisó y hasta la mañana de ayer aseguraban desconocer los motivos de la decisión municipal, al mediodía ya habían firmado, para poder abrir sus locales, un acta de compromiso con Narváez en la que aseguraron que se acogerán a las normas que exige el reglamento local.

La acción de cierre de los centros de comida árabe, nueve en total, respondió a la aplicación de la ordenanza que regula el uso de suelo en Urdesa y la Kennedy, ahora en vigencia.

Lo que se criticó en los locales, sobre todo, fue la forma en que el personal de Justicia y Vigilancia llegó a cerrar. Narváez se defiende: “La ordenanza se socializó. Se les notificó y no se presentaron. Aquí (en Guayaquil) solo se ven resultados cuando hay clausura”.

“La noche del martes, llegaron en grupo y no tuvieron contemplaciones. Fueron muy duros con la orden de cerrar”, dijo Ali Bakarak, hermano de uno de los dueños de los negocios que durante dos días permanecieron cerrados en una intersección en la que la comida rápida árabe se ha vuelto un clásico urbano, con sus sándwiches.

Los sellos de clausura aparecían en cada una de las puertas de conocidos locales como El Cedro de Líbano, Malek, Javivi, El Sultán... En algunos de los documentos que aparecían pegados a las puertas se mencionaba que la clausura se había dado por falta de patente municipal, incumplimiento de acta de compromiso y no tener permiso de ocupación de vía pública.

Sin embargo, para los dueños de estos locales, como el caso de Abdalá Bzeih, de El Sultán Grill, no había razón para el cierre. “No sabemos por qué solo a nosotros, cuando alrededor hay locales en iguales circunstancias. Además, todos, casi la mayoría, tenemos los papeles en regla o por lo menos están en trámite”.

Una de las cosas que preocupaba a los dueños son las pérdidas económicas que la clausura provocó. “Tenemos empleados a los que no se les pagará porque en dos días no abrimos”, dijo uno de los propietarios que prefirió no dar su nombre. Según el cálculo que estos hacen, en los nueve locales de shawarmas hay unas 170 familias que se benefician económicamente. Unos porque trabajan como empleados, otros porque se encargan de abastecer a los locales con materia prima, desde carne de aves hasta entrega de café, bebidas, tortillas de trigo.

También hacen referencia de las pérdidas que genera la obligación de tumbar algunas mejoras que se hicieron en los locales. Un caso, el de Malek, que con 20 años abierto colocó una mampara y otros arreglos externos con una inversión de hasta 8 mil dólares.

Los dueños de los locales deberán presentar permisos de habilitación, bajar los letreros desordenados, no ocupar la vía pública y, la más importante, no mostrar la cocción del shawarma en la parte exterior del local. “La carne no debe estar expuesta. Debe prepararse adentro del local”, añadió el director de Justicia y Vigilancia.