Disonancia cognitiva

Cuando cursaba el primer año de maestría, quien era profesor de Relaciones Interpersonales, el Dr. Carlos Lagos, advirtió sobre las consecuencias de no manejar adecuadamente un fenómeno psicológico, y que por la responsabilidad en la toma de decisiones de los políticos y empresarios, puede ser altamente nocivo para la sociedad. Hoy que está en la mesa de discusión la llamada Ley de Plusvalía, me he acordado de su advertencia. Los hechos: el sector inmobiliario ha visto caer enormemente su actividad y destruir empleo. Como consecuencia, las entidades financieras ven disminuida la posibilidad de colocar crédito hipotecario, que en efecto práctico es uno de los más seguros, afectando con ello sus índices de cartera y empujando recursos hacia otros sectores de mayor riesgo relativo. Siendo la construcción un sector con gran valor agregado local, la situación afecta a otros como industria y comercio, forzando una reducción material de su actividad también. Todo lo anterior por una obsesión patológica para impedir que se logren ganancias inmobiliarias, casi al punto de la confiscación.

La ley no fue expedida para dinamizar el sector, crear empleo, movilizar ahorro nacional, atraer inversión extranjera, permitir el ingreso de más competidores o tan solo para recaudar más (que ocurre cuando el país crece); fue simplemente expedida para destruir riqueza, como si el problema del país fuera ese y no la pobreza.

Ya las cifras de viviendas construidas, tendencia en el otorgamiento de permisos de construcción, empleo destruido, etc., son tan evidentes, que la única explicación que encuentro es el problema del cual Lagos advirtió. En esencia lo que les pasa es que su conflicto entre el odio a la prosperidad que no son capaces de crear personalmente y la evidencia de sus errores, los hace defender lo indefendible. Esa actitud de pensar que equivocarse y rectificar es una derrota, los está llevando como decía Festinger (el proponente de la teoría) a buscar por todos los medios validar sus errores, defender sus creencias y al autoengaño, enredados en su disonancia cognitiva.