Experto recomiendan acudir a un diagnóstico certero lo más temprano posible, en la infancia.

Disartria: los problemas de pronunciacion afectan a ninos y adultos

Experto recomiendan acudir a un diagnóstico certero lo más temprano posible, en la infancia.

Cada vez que Mariana, una estudiante de medicina, intentaba dar una exposición en clases, se avergonzaba por no poder completar una frase. Los espasmos le ganaban.

Pese a ser una excelente alumna, como le habían mencionado los profesores, sus calificaciones en expresión oral afectaban su promedio. Ella había luchado contra ese trastorno desde niña pues, además de no poder expresarse correctamente, debía soportar las burlas de los compañeros.

Cuando Mariana recibió ayuda terapéutica se enteró que ella sufría lo que se conoce como disartria, un trastorno que se caracteriza por el balbuceo o el ritmo lento al hablar. Esto se origina porque los músculos que se utilizan para pronunciar palabras son débiles o difíciles de controlar.

“Ella (Mariana) empezaba a hablar y hacía como unas pausas. Se quedaba sin pronunciar nada. No era tartamudez, ni tenía problemas de conocimiento, no era que no sabía qué decir. Se le dificultaba hablar”, explica Rosa de Lourdes Narváez, pedagoga audioterapeuta.

La disartria es solo uno de los trastornos asociados al lenguaje y al habla que llegan a la consulta de Rosa. Otros son dislexia oral, cuando confunden los fonemas; o dislalia, dificultad de articular palabras o rotacismo, una forma de dislalia selectiva en la que la dificultad está enfocada en la pronunciación de la R.

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Ante cualquier trastorno del lenguaje se debe buscar un diagnóstico certero para determinar las causas del mismo, sean fisiológicas, neurológicas o psicológicas, indica la psicóloga clínica Anabelle Arcos.

“Por ejemplo, puede darse el caso de un mutismo selectivo, que tiene connotaciones emocionales en niños que hablaban y de repente deciden nunca más hablar; tiene un trasfondo emocional, a diferencia de alguien que tiene una lesión o que pierde su capacidad de hablar”.

Cada situación es distinta y varía de persona a persona, en alguna puede generar frustración, ansiedad y hasta depresión, agrega la psicóloga. Todas, en su mayoría, terminan en burlas y críticas por parte de su entorno.

Las afectaciones psicológicas se acentúan ya que no solo es la frustración de no poder hablar correctamente, si no que debe lidiar con el acoso. El niño en la escuela puede sufrir bullying, convertirse en el marginado del grupo y ahí vienen las complicaciones, asegura Arcos. “Va a ser retraído, de pronto ya no quiere ir al colegio, ya no quiere compartir con sus compañeros”.

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Refuerza ese criterio, la psicóloga Carolina Peñafiel: “Los niños que sufren este tipo de problemas de lenguaje suelen sufrir problemas de bullying por los compañeros, les ponen apodos, los imitan, los tratan mal, esto genera un poco el aislamiento de los chicos y el efecto de esta situación en la adultez es que tienden a ser personas muy retraídas de igual forma”, advierte.