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Dinamitar la educacion

Es tan desconsolador como cierto: cuando pregunto a alguien si ve algún programa de farándula, usualmente pone cara de estar muy cerca de una letrina. Luego uno revisa la programación de TV y encuentra una amplia presencia de ellos. Alguien los ve, y consume, y se nutre de esos ¿valores? aspiracionales. Pero no, que quede claro: si les pregunto, ponen cara de asco.

Pasa algo parecido, pero al revés, con la educación. Decimos que es todo, que por ahí pasa la clave, que sin ella no hay desarrollo de los pueblos. Sin embargo, no la tomamos en serio. ¿Un ejemplo? La Asamblea Nacional tiene 11 proyectos para la nueva Ley de Educación. ¡Once!

¿Sabemos algo de alguno? ¿Hubo una mínima socialización de sus contenidos? No, y no la habrá mientras los ciudadanos no reclamemos y nos nutramos de datos que mejoren el debate social. ¿Tenemos conciencia de haber delegado en los asambleístas nuestra facultad de legislar? ¿Comprendemos realmente que al votarlos les dimos un cheque en blanco?

Los indígenas presionan porque se incluya una evaluación de la educación bilingüe; los afroecuatorianos, su historia; los políticos, que se enseñe cívica. Ya me imagino el Frankestein que saldrá de esos debates.

Propongo algo más simple: archivar los proyectos y crear una Junta de Maestros y Pensadores, referentes en sus áreas, que descrean del modelo vigente. Y que empiece por nombrar consejeros a visionarios como Ken Robinson, que acaba de estar en Guayaquil y, por supuesto, fue atiborrado de pergaminos y agasajos por parte de políticos que (tengo derecho a dudar ¿no?) quizás ni sabían quién era.

Que archiven los agasajos y le hagan caso en dos cosas. Una, a su diagnóstico: “las escuelas tradicionales son la muerte de la verdadera educación”. Sí: al modelo actual hay que dinamitarlo. Y dos, a su consejo: “hay que potenciar la creatividad individual tanto como la alfabetización: deben tener igual estatus”.

La educación en el mundo de hoy, que aniquilará en 5 años la mitad de los oficios tradicionales, no puede quedar en manos de políticos. Es un asunto vital como para dejárselo: ellos saben más de agasajos y pergaminos.