En toda la historia de este país y se podría decir desde la época republicana, todos los presidentes que hemos tenido, buenos o malos, se han ido a su casa después de su mandato y han reactivado sus actividades como cualquier persona normal, sin guardaespaldas sin nadie que les grite o los señale en la calle, y los vemos constantemente en restaurantes o sitios de reunión en general, en que la gente se reúne sin ningún problema. Pero de repente llegó un desconocido personaje que lamentablemente el presidente anterior lo nombró ministro de Economía, durando muy poco tiempo en dicho cargo debido a su errónea actuación; y decidió con algunas personas que lo financiaron, entrar a luchar por la presidencia de la república, habiéndolo conseguido por pocos votos de diferencia. Comenzó ahí la desgracia de este país y que nos duró 10 largos años; pero, lo más relevante del asunto es que al terminar su primer fatídico mandato y con su familia viviendo en otro país, quiso quedarse en Ecuador con una irregular campaña pagada por el Estado para seguir interviniendo en política ante el repudio de la mayor parte del pueblo ecuatoriano y lo peor de toda esta historia es que piensa en los momentos actuales postularse para vicepresidente en las próximas elecciones, probablemente con la idea de terminar de hundir al país de lo poco que nos queda.

Juan Diminich Miranda