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Dialogo y accion

No siempre se espera consistencia en los actores políticos, pero la prensa, que no es uno de ellos pese a reiteradas opiniones en contrario de un reciente expresidente de la República no resignado a serlo, cualifica su rol manteniendo coherencia en sus propuestas.

Así, es consistente con el pasado inmediato insistir en la necesidad de consolidar la unidad nacional. A ello se ha convocado permanentemente a todos los actores sociales, políticos y económicos. Mal se haría entonces, cuando ese llamado parte de la Presidencia de la República y se establece el diálogo como mecanismo de acción, en renegar del espacio de concertación establecido formalmente.

Por tanto, ese diálogo se mira con simpatía cuando enfrenta la búsqueda de soluciones en común frente a situaciones graves que sufre la nación, tal cual el creciente narcotráfico y la consecuente proliferación de las adicciones, especialmente las que aquejan a los sectores jóvenes de la población.

Ante los problemas derivados del narcotráfico, debería ser mirado con beneplácito que se produzcan grandes acuerdos nacionales. Sin embargo, y sobre todo en el ámbito del partido de Gobierno, se ve no solo con suspicacia sino con argumentaciones en negativo, que se converse con determinados liderazgos políticos que han debido insistir en que dichos diálogos no están sometidos a los tradicionales acuerdos burocráticos previos.

Como ha señalado el presidente Moreno, la trascendencia de llegar a acuerdos es de mayor importancia cuando se produce entre los que piensan de distinta manera, añadiendo que no hay por qué satanizar las discrepancias.

Por otra parte, y dejando planteada la conveniencia de buscar consensos sin temer a las discrepancias, es bueno hacer notar que es urgente pasar de las palabras a los hechos. El Ecuador insiste en que se esclarezca la realidad de la situación económica. Ello es sumamente importante, tan importante como el restablecimiento de un clima que fomente la unidad nacional o la lucha contra la corrupción, que pareciera se desea llevar a fondo. Pero entonces, pasando de las palabras a los hechos, muéstrese la magnitud de la crisis y defínanse las medidas a tomar; sanciónese a un pez gordo y no solo a sus cómplices, evitando que la lucha anticorrupción luzca como un sainete. Pásese a la acción.