Máscaras. Uno de los integrantes de los grupos vestido de diablo desfila por las céntricas calles realizando sus movimientos pintorescos.

La Diablada de Pillaro se promueve en Guayaquil

Instituciones tungurahuenses visitan el Puerto Principal. La fiesta se realizará desde el 1 al 6 de enero en el cantón.

Lo místico y representativo de una fiesta popular de origen español (Día de Reyes), que se transformó en mestiza o propia, con sus características singulares y personajes legendarios salidos de la inconformidad ante la opresión colonialista, simulados con un fondo jocoso o de jolgorio.

La Diablada Pillareña se constituye en un atractivo turístico de carácter cultural que beneficia directa e indirectamente al cantón Píllaro.

En este contexto, el Ministerio de Cultura y Patrimonio, la Red Turistiqueros, que es la empresa de turismo que realiza el lanzamiento en Guayaquil, La Casa Cultural El Pacto de Píllaro y el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo promoverán esta manifestación popular convertida en producto turístico, al mercado guayaquileño. El acto se realizará hoy, a las 10h00, en el lobby del MAAC.

Los representantes de El Pacto, en su visita al Puerto Principal, realizarán desde las 17h30 una demostración de danzas utilizando las máscaras y bailes autóctonos de la fiesta, además mostrarán variedades de artesanías típicas durante todo el día en el lobby del Museo.

La Diablada de Píllaro se realizará desde el 1 al 6 de enero en el cantón tungurahuense del mismo nombre; reciben al turista a manera de anfitriones, a través de los directivos de la Casa Cultural El Pacto.

Mediante un emprendimiento familiar se formó el mencionado centro cultural llamado El Pacto. Los miembros de esta agrupación han creado el Museo de la Diablada, queriendo con ello fomentar esta fiesta declarada Patrimonio Inmaterial del Ecuador. La finalidad es esta fiesta célebre durante los 365 días del año, exclusivamente para los turistas que visitan el cantón.

Según Edson Larrea, representante de Turistiqueros, las comunidades en distintos puntos geográficos del cantón Píllaro hacen un desfile con la siguiente trayectoria; se toman los alrededores del parque central, bailan y se producen partidas de diablos por las calles: José María Urbina, Bolívar, Rocafuerte y Sucre.

Existen lugares cercanos al cantón Píllaro, como la ciudad de Ambato, ubicada a 15 o 20 minutos; además de los cantones Salcedo y Patate, donde el turista puede pernoctar.

En la zona rural, las comunidades se dedican a hacer las máscaras y preparar a las guarichas. Todo el pueblo se une para celebrar y elaborar los trajes típicos.

Según Ítalo Espín, director de El Pacto-Centro Cultural, los turistas disfrutarán del folclor, colorido y jolgorio de ese momento. Se deleitarán con la gastronomía, además de observar los tipos de danza, disfraces, máscaras y artesanías.

Son alrededor de 13 grupos o partidas las que participan de la diablada, cada una tiene aproximadamente 500 elementos disfrazados, por día desfilarán de 3 a 4 partidas, de esta forma se distribuyen los días de la fiesta pillareña.

Según Larrea, se realizó este conversatorio para fomentar el turismo cultural interno del Ecuador, que los guayaquileños conozcan de esta manifestación que hoy en día es un atractivo turístico. Cuando conocí del lugar, mi experiencia fue de mucha algarabía, pues es mucha fiesta popular ancestral. Por esta razón Turistiqueros decidió dar su apoyo para que los guayaquileños puedan tener esa experiencia, acotó el representante. (F)

Disfraz

Los diablos y guarichas

Durante la época colonial, los dueños de haciendas y administradores, que principalmente eran españoles, imponían fiestas importadas desde España. Nuestra gente mestiza y autóctona, con el ánimo de empoderarse y recuperar el sentido de pertenencia de su territorio, se vestían de ‘diablos y guarichas’ para remedar de manera burlesca a la opresión. Estas expresiones culturales cada vez se volvieron más fuertes y los lugareños volvían a adueñarse de los que les pertenecía. Durante estos días los españoles se encerraban en sus casas y era un momento de libertad y alegría para el pueblo.