Un detective en busca de si mismo
Un formato inusual y un misterioso personaje, cuyos sueños, producto de la autohipnosis, lo llevan a planos astrales inesperados.
‘Faquir, el detective místico de la conciencia’, primera obra de ficción del escritor y documentalista Christian Oquendo, cautiva al lector desde la primera página.
La novela ahonda en la vida de ‘Faquir’, un personaje del que sabemos poco y que vamos conociendo a través de otros protagonistas que pueblan su panorama interno.
El hombre, detective de sí mismo, se creó a lo largo de tres años de ardua investigación y es un guiño a la obra de un autor ecuatoriano igual de misterioso que el protagonista; César Dávila Andrade.
“César Dávila Andrade no es un personaje sencillo de investigar, pues no existe una biografía extensa y detallada sobre su vida, sino solo perfiles que preceden a estudios literarios, algunos de los cuales se estancan en hechos anecdóticos y cristalizados que no nos permiten entender quién fue este hombre misterioso. La investigación me tomó alrededor de tres años en los que accedí a fuentes que no habían sido sistematizadas acerca de la vida del poeta” comentó el autor a EXPRESO.
Pero si fue difícil dar con una biografía del escritor, adentrarse en los conceptos esotéricos de este, tema que Oquendo admite lo fascinaba desde hace años, fue casi imposible. “Sobre el César Dávila Andrade esotérico hay una suerte de bloqueo. Algunos críticos literarios se limitaron a decir que para leer esa sección de la obra de Dávila Andrade era preciso saber de esoterismo, y por tanto se convirtió en un terreno inexplorado. Sin embargo, César Carrión, profesor de la PUCE, tiene un estudio sobre la obra hermética del poeta y sostiene que de hecho es ahí donde está lo más valioso de su producción literaria, criterio que comparto”, sostuvo.
Como acto de exploración, para mostrar las posibilidades visuales de las piezas de Dávila Andrade, y por una apreciación nostálgica de las fotonovelas de los años 80, el escritor decidió construir el libro en este formato, que conjuga su texto con imágenes de su hermano, el director de fotografía Sebastián Oquendo.
Estas fotos son un componente crucial de la novela, detalle que fue intencional.
“Estos elementos visuales, esta geografía metafórica que alude al mundo interior del personaje de la fotonovela, se usan para contar una historia, pasan a conformar otro paisaje que merece ser descubierto y expandido con la imaginación”, señala el escritor.
Las imágenes fueron tomadas en el Salar de Uyuni, en Bolivia, el cerro de Catequilla ubicado en Pomasqui, a las afueras de Quito, el Parque Nacional Cotopaxi, entre otros. También acompañan a los textos una serie de planos detalles en los que se pueden ver puertas, llamas y demás. Este componente, que puede ser visto de manera poética, para Oquendo fue inintencional. Lo quería lograr, establece, que el lector se involucre en atmósferas sicológicas y emocionales que le son desconocidas.
La novela concluye con una pregunta emitida a manos de Alejandrini, amigo del protagonista. Este hace un análisis de la vida del mismo y concluye, atribulado cuestionándose: ¿dónde estás ahora querido Faquir?
La pregunta, no obstante, tendrá una respuesta pronta, pues la novela es la primera de una trilogía, cuya segunda entrega está en proceso de producción.