Depuracion anemica

La estrategia de echar la vista atrás cuando algo falla en el país es cada vez de miras más estrechas. A casi dos años de renovar la presidencia, depurar cargos, distanciarse de las facciones y de lanzar a la palestra una caza a las irregularidades heredadas que hoy siguen dejando estrago, nadie está satisfecho. Pero por poco más se puede seguir virando el cuello hacia atrás.

El tiempo de encontrar responsables en el régimen anterior para los conflictos actuales se agota. Y la percepción de esterilidad en la purga de altos cargos que se aprovechan del poder y de los recursos de todos para beneficio propio está tocando hueso en la ciudadanía. Siempre hay explicaciones o anuncios de buenos y grandes propósitos o espacios para la reserva con los que, finalmente, se deja al ecuatoriano con el mismo interrogante que surgió con el cambio de banda presidencial: ¿van a pagar los responsables por el perjuicio causado a todos?

El desfile de informes de Contraloría con indicios de responsabilidad penal en descomunales casos de recursos públicos mal habidos, las denuncias de particulares, las recomendaciones de entes cívicos con la especial encomienda de buscar lodo en todo el tejido de la Administración nacional y las colaboraciones de autoridades extranjeras que guían el camino para destapar lo que no se ve con una venda están hoy día, a ojos de los votantes y los contribuyentes, en el mismo punto. En punto muerto.

Si hay avances en las investigaciones, no se evidencian de forma significativa y condenatoria. Y cuando se manifiestan ciertos pasos, las conclusiones minimizan la magnitud de las tramas. La tarea de depuración está pasando por una etapa anémica que levanta cuestionamientos y alimenta una enfermedad de difícil y lenta recuperación: la pérdida de la ya escasa credibilidad en las instituciones.

Es hora de que las autoridades sepan, si no han querido saberlo hasta ahora, que quienes investigan, quienes sancionan, quienes designan y quienes hacen las normas que permiten -o que no impiden- corregir los desvíos pasados y presentes están cerca de la cuarentena. Los ecuatorianos no tienen mucho margen en su confianza para seguir esperando que los que prometieron corregir errores y sancionar delitos sigan alargando las horas para cumplir con su palabra.