Democracia sin partidos
Poco se ha escrito en el Ecuador sobre las dificultades inherentes a pretender construir democracia sin contar con ciudadanos empeñados en ello. Podría agregarse que parte de la razón por la que se pierden ciudadanos dignos del nombre, está inmersa en la crisis de los partidos políticos.
En efecto, y aunque el fenómeno tiene una escala mundial, son preocupante los efectos que dicha situación genera en nuestro país. Una primera consecuencia grave está dada por el claro retorno de los populismos, que cobran fuerza en proporción directa con el deterioro de los antes denominados partidos ideológicos: fundamentalmente de ancestro conservador, liberal o socialista, ahora indescifrablemente mezclados en híbridos difíciles de asimilar.
Conste que la crítica a los populismos no guarda relación con un desafecto por lo popular y sus imperativas reivindicaciones. Más bien trata de evitar la manipulación de los electores. Por otra parte, cuando es de esperar que los dirigentes de las organizaciones políticas sean modelos de ejemplaridad pública, es doloroso constatar que ni siquiera cumplen con sus obligaciones tributarias. Así, no es de extrañar que en especial los jóvenes, se mantengan lejos de las tiendas partidarias. No encuentran en ellas nada que los ilusione.
“Hay que revisar a fondo la actual estructura de los partidos políticos y proceder a su urgente reforma”.