Democracia, izquierda y terrorismo
La izquierda marxista no ha racionalizado por qué nunca ha tenido buena relación con la democracia. Incluso olvida aspectos básicos que fueron debatidos por sus creadores: Bernstein y Kautsky vs. Marx-Engels, origen del desencuentro entre democracia y socialismo. El segundo aspecto, ausencia de autocrítica de su matriz filosófica: el hegelianismo invertido que era un totalitarismo de la razón-Estado contra la sociedad. El tercero, no conciliar la revolución democrática y proletaria. El cuarto, la visión mesiánica de la estratificación social vista como lucha de clases total. El quinto, la idea de la violencia con las reglas democráticas.
Sin duda hay más. Así crearon una razón justificadora del terrorismo, sin comprender que este destruye la sociedad, la democracia y la vida de cualquier colectividad humana. Por eso los terroristas existen en el campo del anarquismo, del fundamentalismo islámico y de los socialistas-comunistas. Y de ahí que la “violencia revolucionaria” y la visión de la lucha de clases los lleve hasta acciones terroristas e inhumanas contra la ciudadanía.
En la historia hay ejemplos y evidencias de ello, tales como la lucha de los liberales radicales colombianos, que protestaron contra los asesinos de Gaitán (1948), se fueron a la montaña y luego realizaron acciones insurgentes dirigidas a los conservadores. Esta lucha fue asaltada por la izquierda marxista, guevarista y maoísta. Así se perdió la razón liberal a manos del totalitarismo de socialistas y comunistas de ese país. De ahí al placer burgués con el narcotráfico solo hubo un paso. Esto es lo que se evidencia en la frontera norte. Es el legado que han dejado los “revolucionarios” de la dinastía de Fidel, el foco guerrillero, la insurgencia armada y otras lacras ideológicas que ocultan el maridaje diabólico de esa izquierda con el terrorismo y la narcomafia.
Ojalá algunos izquierdistas honestos sean capaces de repudiar el terror y crímenes de estos grupos contra periodistas, soldados patriotas y gente común. Esto no lo comprendieron sino que más bien lo impulsaron el “padrino” de Bélgica, los testaferros de Odebrecht y la pequeña burguesía “light”, mafiosa y corrupta, escondida en el eslogan de “robolución ciudadana”.