La democracia y el poder

La democracia es un concepto amplio que rebasa el ejercicio del sufragio. Ella, como realidad insoslayable de la vida moderna, sufre presiones provenientes de diversas partes, siendo una de las más fuertes y peligrosas, la del poder.

En la actualidad esta dinámica se muestra como experiencia específica en muchos países que, pese a fundamentar su vida política en un marco de instituciones autónomas, contrapeso de funciones y vigencia de estructuras jurídicas, sufren la imposición de regímenes que se asumen depositarios de la voluntad popular, administradores excluyentes e incontrolados de la riqueza nacional, y hasta gestores de modelos de comportamiento colectivo, limitados y sometidos.

Parte de América Latina, desde la década de los 90, vive situaciones de este tipo. En Venezuela se impuso el Socialismo del siglo XXI, bajo la conducción de Hugo Chávez Frías, ejecutor de un intento de golpe de Estado contra el Gobierno de Carlos Andrés Pérez, y luego presidente electo.

Repetidor de frases como “...Hasta la victoria siempre...”, para homologar su discurso a la proclama de la Revolución cubana, recuperador de figuras históricas como la de Simón Bolívar, para erigirlas en símbolos de su “cruzada contra el Imperialismo”, este militar-político llegó a ocupar un protagónico lugar como líder de una corriente que, con su apoyo económico y bajo su égida, pretendió extenderse, sin tiempo y sin límites territoriales, por todo el continente.

Para lograrlo, Chávez debió arrasar con todos los obstáculos jurídico-institucionales internos, impuso la aprobación de una Constitución a su gusto, y desarticuló a una oposición que ha tardado demasiado en recuperar el papel que otrora tuvo.

Así, y al calor de la presión “combativa” del histriónico personaje, se operó un corte frontal y decisivo entre el sistema democrático que permitió su designación, y el ejercicio del poder bajo su mando.

Se trata de una nociva herencia que aún tiene seguidores en América Latina.

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