Decada ganada o perdida

No hay antecedentes a lo ocurrido en Ecuador la última década: descomunales ingresos del sector público, aumento de la burocracia a niveles sin precedentes, gobierno con mayor número de funcionarios con títulos universitarios y de posgrado, y control total de los poderes del Estado. Toda acción tomada por el gobernante era en superlativo. Ecuador estaba supuesto a terminar con su pasado. Nos decían que las condiciones estaban dadas para lograr un espectacular desarrollo de la economía y notable mejoramiento del nivel de vida para los habitantes. El libro La Década Ganada, expresión que se convirtió en estribillo de los partidarios del gobierno, fue publicado por uno de los medios públicos.

Para ellos la economía se desarrolló, hubo mayor equidad, más obras de infraestructura, se redistribuyó la riqueza y se privilegió lo social, atendiendo la educación y la salud. Fueron verdades a medias. Sobre el desarrollo económico no se logró el crecimiento sostenido, de hecho, el promedio del crecimiento de la economía fue similar al de antes de 2006. Un país cuyo PIB crece entre 4 % y 5 % por año, no logra dejar atrás la pobreza.

La obra pública fue una de las fuentes de corrupción, sirvió para enriquecer a unos pocos. Hay muchas edificaciones cuestionadas en el sector por inconclusas, tener problemas o no ser necesarias. En cuanto a su calidad, el tiempo será juez.

En materia de salud se creó tal expectativa que los hospitales privados debieron salir al rescate para atender a la gente. Hoy no todos los hospitales públicos están totalmente equipados, también han existido casos de corrupción en el área de la salud.

De la educación hay muchos cambios cuestionados; lejos de mejorarla, han sido obstáculos para una verdadera transformación educativa. Se trató de arrinconar a la educación privada.

¿Hubo equidad, con algunos sueldos superiores a 10.000 dólares mensuales y uso generoso de tarjetas de crédito? Muy pocas personas en el gobierno que terminó tenían experiencia del mundo real, el resto eran profesionales llenos de teoría, sin la menor idea de cómo funciona la economía.