Danza de millones de dolares

Acumular un patrimonio entre quinientos mil y un millón de dólares es logro de muy pocas personas, después de una vida de mucho trabajo, sacrificio y ahorro. Con mercados pequeños y baja renta promedio por habitante, es muy duro alcanzar esos montos para quienes trabajan en actividades honestas. Pero entre 2007 y 2017 surgieron decenas de personas con patrimonios que se estiman en millones de dólares y mucho más. En esos años no hubo auges, solo del petróleo, que pertenece al Estado. Las fortunas hechas con duro trabajo y gran riesgo nacieron primero con el cacao y luego con otros productos como café, banano, flores, camarones y pesca. En septiembre del 2012 en esta columna escribí que por la elevada corrupción en el sector público central, se estaba creando una nueva clase de millonarios surgidos de la burocracia y empresas que coimeaban para conseguir contratos. Causó alarma entre las máximas autoridades, me exigieron que tenía que probarlo, cuando ya a esa época había tal impunidad que los beneficiarios no tenían vergüenza en mostrar los dineros mal habidos. Posteriormente se hizo más escandaloso el saqueo del país, hasta que explotó la cloaca. La prensa tiene meses haciéndonos conocer los innumerables delitos cometidos por los insaciables ladrones.

Hoy se exige reportar el patrimonio para controlar que en el futuro los burócratas no cometan ilícitos, pero no se cuestiona cómo surgió el monto del patrimonio inicial. Se publican nombres de personas que han ingresado al sector público, muchos tienen valores patrimoniales superiores a un millón de dólares. El Gobierno debe averiguar el origen del patrimonio. Se ha llegado a un nivel de degeneración que debe avergonzar al ciudadano honesto; hoy el buen ejemplo es la excepción, lo que se valora es el mal ejemplo. No debe extrañar los escandalosos asaltos, robos, crímenes y tráfico de drogas; los maleantes de mala catadura siguen el ejemplo de los atracadores de cuello blanco. Los valores de las últimas generaciones no son los mismos de las generaciones anteriores. Un país con sociedad corrompida no puede tener futuro.