
Los danos en la Santay, algo que pudo evitarse
Especialistas en madera plástica se refieren a las camineras. El fiscalizador debió validar el uso o no del material importado.
En artículos de periódicos extranjeros en los que se recomienda el uso del WPC o compuestos de plástico de madera, por sus siglas en inglés, se menciona la construcción de muebles, pisos y paredes de viviendas. Se lo describe como un material de “menor resistencia a los impactos”.
Dos especialistas en la fabricación de réplicas plásticas de madera con sede en Guayaquil, analizan para EXPRESO el problema real de la ciclovía en la isla Santay.
Uno de ellos, Fernando Moreno, de Madera Plástica Ecuatoriana, considera que el error estuvo en el uso que se le dio: en el piso de las camineras y entablado de pasamanos.
Asegura que este material se degrada ante tres factores: el clima (zona de manglar con humedad y calor); la instalación transversal de los tablones; y, el uso constante de peatones, a lo que se le suma el tráfico de bicicletas.
Por su parte, William Camacho, de Madera Verde Ecuador, describe el material importado de China, como “un poco fofo y fino para el tráfico que iba a aguantar. Es un plástico cristalino que se rompe con el golpe. Colocarlo sobre estructura de aluminio, es lo que lo ha vuelto más vulnerable”.
Esta empresa dotó del 40 % de los tablones plásticos que se colocaron en la isla. El resto provino de China y Uruguay.
En el caso de Madera Plástica Ecuatoriana, procesa hasta 700 toneladas anuales de plástico reciclado y ha entregado obras en el muelle Caraguay, fachaletas del Malecón del Salado, además de bancas para parques públicos y urbanizaciones, entre otras.
Hace cerca de un mes el Ministerio de Ambiente (MAE), encargado de la administración del área nacional de recreación, prohibió los recorridos en bicicletas por la ciclovía, para evitar que los daños se incrementen, mientras que la Gobernación del Guayas ha iniciado un seguimiento sobre el tema y ha estado generando reuniones con delegados del Servicio de Contratación de Obras (Secob), el Miduvi y MAE, para la rehabilitación del viaducto.
¿Una posible solución? Tanto Moreno como Camacho tienen una visión distinta.
El primero es radical. “La obra instalada al día de hoy con el WPC requiere mantenimiento constante, por lo cual no existe solución real si se sigue usando WPC u otro material de composición parecida sea de madera, arroz u otros insumos orgánicos”.
Desde una visión técnica, Moreno considera que el wpc “va a seguir dando problemas indefinidamente, por lo cual no es sostenible su permanencia en estos senderos de caminera y pasamanos”. Por ello dice que habría que realizar un estudio para analizar los costos relacionados al desmontaje y considerar un presupuesto para utilizar un nuevo material mucho más resistente y que no requiera mantenimiento y que sea fabricado localmente.
Mientras que Camacho propone un revestimiento con láminas de madera plástica reciclada colocadas sobre cuartones. “Eso impondría una inversión no mayor a los 80 mil dólares, y no los tres millones de los que algunos hablan”.
¿Esta situación pudo prevenirse? Moreno asegura que sí. Esa información debió presentarla el fiscalizador con la ficha técnica del WPC para su validación como un material idóneo o no al proyecto de isla Santay’.