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Cuidado... “heroes”

Pero... ¿qué es lo que está pasando en este país? ¿Ya perdimos la poca decencia que nos quedaba? ¿Cómo es posible que después de lo que ha hecho la banda de atracadores que saqueó miserablemente al Ecuador (y con ello se robó el futuro de las nuevas generaciones) pretenda -como si no hubiera delinquido- postularse para ocupar cargos públicos en los que el requisito mínimo es la honradez? ¿Qué es lo que se creen? ¿Que acaso no sabemos lo que hicieron? ¿Que somos ciegos y no vemos las mansiones, los carros, los viajes, los lujos y el boato con el que ahora vive el montón de ex “patalsuelo” que lucró de los dineros públicos, propiedad de los pobres de este país? ¿O que -porque ahora “tiran parada de elegantes” gracias a la tracalada de cirugías plásticas a las que se sometieron con nuestro dinero- hemos olvidado sus rostros de delincuentes y el país está dispuesto a permitir que lo sigan engañando?

Encima, el descaro pareciera no tener límites, pues de forma realmente alucinante, una de ellos se autoendilga el calificativo de descendiente de los héroes de la batalla del Pichincha. Un tuitero le contesta con precisión casi milimétrica: “corrección histórica: los luchadores del Pichincha no fueron ladrones”. Y es que “héroes” son los invisibilizados, los que no tienen voz, los que no existen sino en las estadísticas. “Héroe” es el pobre enfermo de cáncer al que le dicen que no hay medicinas para su tratamiento y estoicamente soporta el infinito dolor que produce la enfermedad. Todo gracias a que un filibustero con disfraz de gobernante “le metió la mano a los bolsillos” al IESS. Que usó los aviones del Estado para hacer 265 viajes sin pasajeros a paraísos fiscales, sin que hasta ahora sepamos “qué” transportaban. Héroes son las víctimas, no sus victimarios; los atracados, no sus atracadores. No se atrevan a llamarse así. Todavía tienen la suerte de andar libres por las calles, gracias al sistema de impunidad garantizada que les legó el pillo, lo que hasta les permite participar en la lid electoral. Pero no abusen de su suerte. Hay un pueblo dormido. Cuidado lo despiertan.