Cuatro quesos

Me encontré leyendo sobre las innumerables denominaciones europeas de quesos, vinos, jamones y hasta de sal. Quesos brie, camembert, ricotta o gouda, vinos de Burdeos, Alsacia o del Duero, jamones de Parma o de Praga y sales de Bearn o Maldon. Además de sus suculentas especialidades, ciertas regiones tienen hasta su idioma, lo que ha motivado novelerías nacionalistas y autárquicas.

Pero los políticos europeos no han sido tan avezados como los ecuatorianos. Si no ya alguno habría prohibido los quesos, vides o industrias que compitan con los negocios de sus padres y abuelos. Algún iluminado habría prohibido ya a Champaña producir Champán por ser menos nutritivo o por reducir las ventas del vino de Burdeos, de Borgoña o de algún otro derivado de la viña. En eso en cambio parece consistir el proceso de toma de decisión en Carondelet, a fiarse por las declaraciones y tuits de altos funcionarios en el famoso conflicto del suero de leche, que vuelve a convertir a Ecuador en la oveja negra del mapa mundial.

El bocio, esa terrible enfermedad, también se descubrió en una región europea. Los habitantes de las tierras altas no accedían a suficiente yodo en su dieta, por lo que desarrollaron desgraciadas malformaciones y limitaciones que, en perspectiva intergeneracional, tomaron el nombre de cretinismo. Y si los líderes cretinos no hubieran empezado a consumir sal marina, o simplemente enriquecer su dieta con otros productos, aunque le compitan a la sal de mina, ¡qué sería de ellos! Ahora celebran y compiten con denominaciones de origen.

Es igual de riesgoso el que alguien ensimismado en su autoridad temporal defienda barbaridades como la del suero, que la pasividad ciudadana ante estas cosas.

Fue Europa la que nos enseñó a desconfiar de las autoridades que deciden sobre preferencias personales. La diversidad de productos, industrias y denominaciones de origen allá es tributaria de una historia de derrapes políticos de regímenes que no tuvieron empacho en discriminar industrias, sectores ni credos. Eso, ni es democracia ni nos cura del cretinismo.