Las cuatro esquinas de mi barrio

Nunca me cansaré de ponderar, alabar y escribir sobre las calles Rocafuerte y Padre Aguirre, mi barrio y de muchos más en nuestra vida.

En las esquinas de esas intersecciones teníamos todos los servicios. Del lado noreste estaba Lucho ‘El Carnicero’, quien con el afilador en una mano y un cuchillo en la otra, despachaba los pedidos que las familias del barrio hacían. Mientras trabajaba, comentaba, reía y cobraba. Además, nos ayudaba a los más jóvenes del barrio, con unos sucres de préstamo cuando teníamos alguna necesidad, pero por supuesto como “prenda” quedaba en su poder el álgebra de Baldor o el libro de Química Inorgánica.

Hacia el lado derecho de Rocafuerte y Padre Aguirre estaba la primera embotelladora de la Coca-Cola, de los Estrada Ycaza. Arriba del local, vivía la familia Coronel Robles. Diagonal, en la esquina suroeste, estaba el quiosco de ‘Romerito’. Nadie hacía mejor los sánduches calientes de queso o mortadela que él. Además, también había dulces y para los más grandes el clásico cigarrillo extranjero, el cual había que fumarlo alrededor del hidrante que estaba en la esquina y que era el apoyo de quienes, como el caso de Lucho ‘El Negro’ Vargas, tocaba la guitarra y cantaba.

En la esquina noroeste estaba la botica Abel Gilbert, del cual su propietaria era la doctora Pin, quien preparaba las recetas que en esa época los médicos prescribían, con fórmulas que siempre daban buenos resultados. Ya en los departamentos sobre el establecimiento estaban las familias Torres, Vallejo y Weisson.

Finalmente en la esquina sureste estaba lo que para nosotros era un verdadero “supermercado”, la tienda de Joaquín Noroña. Allí sí había de todo: bebidas refrescantes, embutidos, helados de cubeta, refrescos y en un pequeño reservado en la parte lateral cerveza, para quienes ya mayores, podían tener acceso a esa bebida que era prohibitiva para nosotros los más jóvenes. Allí, “Bomba Atómica” Guzmán, almorzaba una “palanqueta” gigante rellena de embutidos, y un litro de leche “Pluca”. Arriba en el mismo edificio, habitaban las familias Rivas, Cucalón y Delgado.

Rocafuerte y Padre Aguirre, barrio “lindo y querido” que nunca olvidaremos.