Crisis y crecimiento

Entre el cura brasileño y el arquitecto colombiano, originario de una ciudad también arrasada por un terremoto décadas atrás, iban y venían las anécdotas trágicas y las ideas de reconstrucción. Era aún abril de 2016 y como los humanos somos irremediablemente optimistas no faltaban los guiños sobre un mejor mañana. En la repetición está el gusto, dijo el padre Bruno a Juan Pablo, para quién esta no era su primera reconstrucción.

Las localidades afectadas por crisis o desastres logran luego renovado crecimiento económico relativo. Manabí tiene ahora un mejor desempeño económico que el resto del país. Y como en la repetición está el gusto... volveré sobre un tema del que ya he escrito antes.

Vivimos épocas de innovación: los Uber, Cabify, o Glovo revolucionan el transporte; Facebook, Apple y Google transforman la comunicación; nuestra educación muta gracias a EDX, Coursera ‘et al.’. Entre tanto seguimos presos de los anquilosados sistemas políticos nacidos con la Constitución norteamericana y la Revolución Francesa, 230 años atrás, sin innovación alguna.

Pedimos instituciones, hablamos de crisis de valores, pero miramos como referencia a paradigmas tan viejos que no satisfacen a nadie. Nos quejamos de los populismos sin comprender por qué nuestros pueblos los prefieren antes que a los aburridos magistrados y burócratas de las “democracias liberales representativas occidentales” (a leer sin bostezar).

Las cifras de crecimiento de este 2018 y aquellas que los expertos ofrecen para 2019 son lamentables. Pero el optimismo del futuro se impone.

Las elecciones seccionales que se vienen y el renovado promedio de edad del gabinete de Moreno son oportunidades para innovar la gestión de los asuntos públicos. Pueden los municipios ser polos de desarrollo que compitan entre sí y se luzcan como oasis de crecimiento, apalancados en sectores económicos pujantes a los que representen bien; pueden los miembros jóvenes del gabinete introducir tecnologías y expulsar la inercia del aparato público. Podemos reconstruir el aburrido Estado-nación con algunas innovaciones disponibles para la política.