
La crisis en el correísmo va a agrandarse: lo dicen ellos
Análisis| Lo que pasa en las filas devotas al prófugo Correa es síntoma de algo mayor. No es poca cosa y vale la pena mirar
Puede ser cierto que la crisis que está atravesando la Revolución Ciudadana estos días no es la peor ni la más dramática de su historia. Basta recordar que cuando Lenín Moreno decidió alejarse del correísmo, ya como presidente, hubo una deserción inmensa de 44 asambleístas de un total de 76. La facción que se quedó con Moreno, incluso, se quedó con el nombre del movimiento: Alianza PAIS.
Esta vez hay señales de que se están produciendo cortocircuitos que pueden terminar en algo mucho más grave de lo que parece hoy. Por ahora, todo se limita a la deserción de Jhajaira Urresta, la expulsión de Santiago Díaz y a los rumores insistentes que circulan, incluso dentro de la misma bancada, que dicen que habrá más salidas de asambleístas del correísmo. Incluso expulsiones. Sin embargo, lo que está pasando en las filas fieles al prófugo Rafael Correa es síntoma de algunas cosas que vale la pena anotar. Por ahora, al menos tres.
El papel de Correa
Es evidente que el escándalo del asambleísta Santiago Díaz, acusado de violar a una chica de 12 años, hizo que salga a la superficie una conducta de Correa que hace pensar que hay una nueva y distinta relación entre él y su movimiento. Poco tiempo luego de que se hizo pública la denuncia en Fiscalía (no en redes sociales como ridículamente dijo el partido) del padre de la chica, la bancada de la Revolución Ciudadana salió a anunciar que lo expulsaban. Poco antes, el partido había publicado un comunicado informando lo mismo. Pero aquí viene lo más interesante: Rafael Correa nunca se refirió a la decisión pero, en cambio, hizo un gesto que es muy sintomático: replicó un tuit de la usuaria Mónica Luzarraga en el que se hablaba, sin precisar a quién se refería, de la presunción de inocencia. Correa no dijo estar de acuerdo o no con la decisión, pero con este gesto, evidentemente, quiso decir que no lo estaba. “La presunción de inocencia en este país se defiende dependiendo: del acusado, del tipo penal. En fin la incoherencia”, decía el mensaje, bastante cifrado y hasta críptico, de la usuaria @MluzarragaEC.
Para que Correa haya hecho este gesto tiene que haber pasado uno de estos fenómenos: uno; ya no se le consulta o no se espera su aprobación para decisiones trascendentes como la de expulsar a uno de sus asambleístas, cuyo único mérito ha sido ser su garrotero favorito; dos, ya no es el mismo líder al que no le temblaba la mano, ni la voz, para decir que desaprueba tal o cual decisión, como hizo cuando le tildó de “traidora” a Paola Pabón por presentar una moción en la Asamblea para despenalizar el aborto en casos de violación; y tres, en la Revolución Ciudadana ahora se toman decisiones sin la aprobación de su líder histórico.
El gesto de replicar un mensaje que no se refería directamente al caso de Díaz pero que lo hacía de una forma subrepticia es muy decidor: hay una contención que no existía antes en Correa. ¿Nuevos tiempos en la Revolución Ciudadana?
¿El correísmo es un GDO?
Si ya se hablaba de que la Revolución Ciudadana es un GDO, es decir un grupo de delincuencia organizada, lo que ocurrió con Santiago Díaz y su posterior expulsión de sus filas lo confirma. Solo un movimiento político que está diseñado para cometer delitos, o para tolerarlos cuando no los cometen sus adversarios, escoge como candidato para asambleísta a una persona como Díaz, cuyo único mérito ha sido el ser camorrero y garrotero del gobierno de Correa.
Está claro que cuando se lo escogió, no importaron las reservas que podían existir sobre su pasado y su formación humana. Por el contrario, fueron precisamente esas virtudes de Díaz las que hicieron que se ganara la confianza de Correa y la candidatura a la Asamblea. Lo de Díaz no es el único caso. Ahora resulta que Sergio Peña, el exasambleísta de la bancada correísta que asegura tener el chat donde Luisa González supuestamente dice que Jhajaira Urresta es una tuerta de mierda (lo que supuestamente desencadenó la decisión de Urresta de salir del partido), es un “miserable” al que no hay que creerle nada porque está sindicado en el caso Danubio, el cual trata de una presunta red de corrupción para la venta de cargos públicos en el Servicio Nacional de Aduanas del Ecuador (Senae).
En una entrevista con su amigo, correligionario y compañero de movimiento Fernando Ampuero, la excandidata presidencial y presidenta de la Revolución Ciudadana, Luisa González, llamó miserable a Peña, y Correa retuiteó (otra vez como si nada) una declaración de Franco Loor que hablaba del involucramiento de Peña en ese caso. ¿Por qué lo candidatizaron si estaba implicado en el caso Danubio, que estalló en 2022, es decir mucho antes de las elecciones? En esa entrevista González dijo estar arrepentida de haber escogido a Peña como candidato para asambleísta nacional (nacional nada menos) y mencionó que lo recomendó alguien cuyo nombre no quiso revelar. ¿Será Correa? Siempre es posible.
Más deserciones a la vista
En la entrevista que tuvo el viernes 11 de julio, Luisa González minimiza los impasses dentro del movimiento, pero se cura en salud y anuncia que habrá más deserciones (¿cómo lo sabe?) e incluso expulsiones. Es decir, esta crisis del movimiento va a seguir y va a agravarse.
La declaración de González parece confirmar, entonces, la versión que circuló entre martes y miércoles de que habrá una ola de deserciones muy grandes en el movimiento. En cualquier caso, lo que ocurre en la Revolución Ciudadana no es cualquier cosita.
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