Correato del diezmo

Meses atrás dije: el correato es un sistema jurídico-político, normativo, burocrático, cultural e ideológico hecho en una década. Su función: crear estructuras y prácticas socio-institucionales que facilitaran la instauración de un régimen totalitario. Un laberinto de principios jurídicos para ocultar y bloquear cualquier posibilidad de detectar y sancionar prácticas antidemocráticas, concentradoras de poder, despóticas-autoritarias, de corrupción, asaltos a los fondos públicos e impunidad.

Es todo un aparato que desde el Estado de derecho pervierte y daña sus bases. Por eso era posible un correato sin Correa y sin correísmo. Esto hace que para el actual presidente sea difícil detectar y comenzar a desmontar las expresiones más visibles de ese sistema. Otras están insertas en la ritualidad de la función pública, de los partidos y poderes del Estado.

Uno de ellos ha sido el de crear un partido de apariencia masiva, popular y orgánica. Sin ser tal, pues se sustentaba en dos matrices económicas: los fondos del Estado y lo que hoy aparece a la luz pública, los diezmos. Un exdiputado que pagaba esas cuotas mensuales dice que siempre esos tributos los revisaba el ‘Padrino-Alibabá’ de esa mafia de mentes lúcidas y corazones ardientes, que gustaban cantar: “Patria, tierra sagrada”, y que en el fondo era: “plata, el bien más preciado de los socialistas del siglo XXI”. Por eso solían gritar: “plata o muerte”, disfrazado con la consigna del totalitarismo cubano: Patria o muerte.

Que el país en año y medio tenga dos vicepresidentes salidos por corrupción dice cuán poderoso es aún el correato. Uno está preso por corrupción y con plagio conocido de su tesis. La otra renuncia porque igual que algunos creyentes del correato, tributaban y sostenían la práctica de los diezmos para que Alianza PAIS pudiera crear la ilusión de ser una organización de PhD incorruptibles, honestos y transparentes.

Todo se va aclarando en estos días. Todavía falta mucho por descubrir y recuperar. La Dra. Salazar de la UAFE, la Contraloría, la Fiscalía y el pueblo deben rastrear los caminos por donde ocultan lo visible e invisible del correato y la impunidad, que daña y pervierte democracia, política y ética.