Saludo. Ángel Sarzosa, comandante general de la Fuerza Naval, extiende la mano al presidente Correa. Él está acompañado por Gabriela Rivadeneira, presidenta de la Asamblea.

Correa anuncia reformas en las pensiones militares

Tensión. El presidente de la República, Rafael Correa, sufrió tres desplantes durante la ceremonia de cambio del alto mando militar.Rodeado de guardias de seguridad, el primer mandatario entró ayer al campo de Marte de la Escuela Superior Eloy A

Tensión. El presidente de la República, Rafael Correa, sufrió tres desplantes durante la ceremonia de cambio del alto mando militar.

Rodeado de guardias de seguridad, el primer mandatario entró ayer al campo de Marte de la Escuela Superior Eloy Alfaro, en Parcayacu, al norte de Quito. Fue a posesionar a los nuevos y máximos miembros de las Fuerzas Armadas.

Pero los militares en servicio pasivo no se inmutaron con su presencia. Tampoco se levantaron para recibirlo, como solían hacerlo en otros tiempos.

Ese fue el primer episodio difícil para el jefe del Estado.

El segundo momento tirante y, quizá el más duro, fue cuando Correa se aproximó al pódium para leer su discurso y un grupo de 20 militares retirados abandonó la tribuna. Ellos dejaron vacías las dos primeras filas del sector central. Mientras, los oficiales sentados en la parte superior se movieron con rapidez para ocupar esos puestos y tratar de superar ese impasse.

Una mujer, que estaba en la barra presidencial, gritó: “Malcriados”. Eso hizo que todos se enfocaran en la salida de los oficiales.

El presidente siguió con su intervención, aunque parecía molesto. Anunció que emitirá dos decretos ejecutivos para superar la “inequidad entre el Seguro Social y el Issfa”. Citó un ejemplo de las “desbordantes cesantías” que subsidia el Estado: un general del Ejército, dijo, recibe más de 200.000 dólares al retirarse y más de 5.000 dólares de pensión jubilar. “Dijeron que el presidente rompió la ley en el caso del Issfa, eso no es cierto. Las FF. AA. son obedientes, no deliberantes, según la Constitución”, recordó.

Para él, un mando tiene la obligación de velar por sus soldados; pero “eso no puede confundirse con convertirse en dirigentes gremiales”, agregó. “Eso es peligroso. A diferencia de otros, tendrían armas”, fustigó entre líneas a las cabezas de las protestas antigubernamentales por el débito de 41 millones del Issfa.

Pidió disculpas a la tropa por los “errores en la reestructuración de sueldos y por los tres dólares que se destinan para su alimentación diaria”.

A lo largo de los 32 minutos de su disertación, no recibió ni un solo aplauso de los militares. Ese fue el tercer desplante en una sola ceremonia. Los únicos que lo aclamaron fueron los integrantes de su propio gabinete y los Arutam. Ese grupo, de 40 representantes de la Amazonía, estuvo allí para apoyar a Correa e insistir en que los declare héroes nacionales por su participación en la Guerra del Cenepa.

Un oficial, que no quiso decir su nombre, comentó a EXPRESO: “No tenemos nada que aplaudir. El presidente vino con discurso encendido y de confrontación, en lugar de traer paz. Debió pensar en la delicada situación que vive el país”, sentenció.

Al final, Correa caminó, recibió los honores militares y subió a un auto en medio del silencio.